Uruguay, hacia una independencia energética

Solweig Ogereau, traducido por Brenda Orozco
26 Juillet 2015



Si usamos continuamente como referencia a los países nórdicos como los más avanzados en ecología, hay uno que olvidamos de manera errónea. Uruguay, pequeño país de 3,4 millones de habitantes, se alimenta casi totalmente de energías renovables. Una mirada a este combate por la independencia energética.


Uruguay, hacia una independencia energética
El objetivo que se propone Uruguay es alcanzar la independencia energética para el 2030. En 2012, la electricidad ya era principalmente de origen hidráulico (51,1%) – el agua se aprovecha completamente – seguida de cerca por las energías fósiles (40%) y la biomasa (8,1%), mientras que la eólica representaba el 0,8%. En 2016, según las predicciones de la Administración del Mercado Eléctrico, el país dispondrá de 1,346 megavatios de origen eólico, es decir el 30% de las necesidades en electricidad cubiertas por la energía eólica, lo que convierte a Uruguay en el país con la cuota de energía eólica más importante.

En comparación, Costa Rica, Uruguay, Brasil, Chile y México llevan la delantera en el desarrollo de energías renovables en América Latina, según un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Sin embargo, los que consideramos equivocadamente como los países más avanzados en este ámbito son Dinamarca, España y Alemania, cuya energía eólica representa el 28%, 21%, y 12% de la electricidad, respectivamente.

Varios factores para la transición energética

Créditos: DR
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La transición hacia las energías renovables fue declarada necesaria por varias razones. Primero, esto se debe a un aumento del consumo: una década de crecimiento económico que condujo a un consumo acelerado de energía, tanto en términos domésticos como en el sector de la producción. Desde el 2004, la demanda energética aumenta un 6% cada año y la Dirección Nacional de Energía estima que continuará creciendo de la misma manera en los próximos años. Inicialmente se estimaba un aumento del 40% de la energía, pero finalmente fue del 80 al 100% de la capacidad energética. Esto se logró en particular gracias a la energía eólica, a la fotovoltaica, a la biomasa, al gas natural y a los biocombustibles.

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La necesidad también era económica. Cada año, Uruguay gasta en promedio dos mil millones de dólares para abastecerse de combustibles, ya sea para la importación de petróleo y sus derivados, o la compra de energía a Brasil por la UTE – la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas - , compañía eléctrica nacional de Uruguay. Por último, Raul Sendic, ministro del Ministerio de la Industria, Energía y Minería (MIEM), creía que era indispensable tomar en cuenta el cambio climático. La energía eólica se volvió un medio que permite sobrellevar las sequías, sobre todo en 1993, cuando Ramón Méndez, director de la Dirección Nacional de Energía del MIEM, declaró que Uruguay tenía un potencial eólico igual de importante que su potencial hidráulico.

Medios de envergadura en proceso

El país se dota de los instrumentos necesarios para lograr sus objetivos: el producto principal de importación hoy en día son los aerogeneradores. Se llevaron a cabo estudios con el fin de examinar los lugares más favorables en función del viento. Estos mostraron que el sur del territorio nacional, la zona costera y las montañas, así como la ciudad de Montevideo y la región noroeste eran las más propicias. La altura de los aerogeneradores y los modelos fueron de igual manera estudiados a fondo.

Financieramente, el proyecto es gigantesco. La inversión global en el sector se estima en dos mil millones de dólares, según los operadores privados y los representantes del gobierno que se basan en las cifras de los costos de compra por unidad, del montaje y de la instalación de cada aerogenerador. Según Ramón Méndez, las transformaciones globales en materia energética representaron siete mil millones de dólares durante los últimos años hasta ahora, es decir “cinco veces por encima de la inversión promedio de energía en América Latina en conjunto”. El 3% del PIB uruguayo se reinvierte anualmente en el sector energético, lo que representa una inversión masiva desde el 2008. En dos años, fueron invertidos 2,5 mil millones en los parques eólicos.

Estos proyectos a gran escala no serían posibles sin el acuerdo entre los principales partidos políticos, dejando así lugar a una reforma energética para 2005-2030. En realidad, el país dispone de la mejor estabilidad jurídica y política de la región, lo que anima y reconforta a los inversores.

Otra manera de atraer el financiamiento extranjero son las ventajas fiscales. Como estos proyectos de envergadura son demasiado importantes para el mercado local, es indispensable una ayuda exterior. Actualmente, el país dispone de 20 parques eólicos en funcionamiento y otros 12 están en etapa de construcción. El parque más grande es “R del sur”, situado a 200 km de Montevideo e inaugurado en 2014. Contiene 25 aerogeneradores de dos megavatios cada uno por un total de 50 megavatios. El proceso necesitó 14 meses de construcción por 100 millones de dólares y es un ejemplo perfecto de colaboración interna y externa, ya que fue financiado a la vez por grupos españoles y uruguayos.

Resultados visibles

Si el objetivo que se fijó Uruguay parece audaz, es evidente que los esfuerzos están presentes y los resultados parecen dar frutos. Según Ramón Méndez, “de toda la energía que consume Uruguay, cerca del 50% es en base a energías renovables – esencialmente hidráulicas - , y dentro del sector eléctrico en 2015 más del 90% va a provenir de energías renovables.” Si se toma en cuenta el hecho de que Uruguay consume 1 100 megavatios en promedio y que las estimaciones indican que este promedio estará alrededor de los 1 200 megavatios en 2016 y si todos los parques funcionan hasta este momento, la demanda total del país podría ser cubierta por la energía de origen eólico. “En alguna madrugada ventosa de verano, cerca del 100% de lo que se consuma puede ser cubierto por eólica”, asegura el Director Nacional de Energía. En este caso, “estaríamos reservando toda el agua de las represas y manteniendo las máquinas térmicas apagadas, porque no las precisaríamos.”

Otros puntos positivos se derivan de este programa. Para empezar, se han creado nuevos empleos. Se prevé elaborar ciertos tipos de energías eólicas y desarrollar nuevas medidas para las futuras generaciones colaborando especialmente con la Facultad de Ingeniería de la UdelaR (Universidad de la República), ubicada en Montevideo. Ya que la eólica no necesita mucha mano de obra además de la construcción, el 25% de las inversiones son destinadas a la logística, al transporte y al montaje. Se han sugerido incluso proyectos de exportación en la región.

Toda esta instalación crea, por consiguiente, una fuente de ingresos suplementaria. De hecho, los ingresos de los uruguayos se cuadruplicaron en un lapso de diez años según Roberto Kreimerman, ministro de la Industria, Energía y Minería.

José Cataldo, director del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Universidad de la República, subraya igualmente que el desarrollo intensivo de la energía eólica no tiene influencias negativas sobre el medio ambiente, especialmente sobre la agricultura. Cabe mencionar que la economía uruguaya es muy agrícola y la ganadería ocupa un lugar importante, lo cual representa un tema sensible a nivel político.

Algunos puntos negativos a la vista

Aunque el proyecto en su totalidad parece organizado y funcional, no quiere decir que el punto de vista logístico que concierne el transporte de piezas por vía marítima sea perfecto. Las enormes piezas que componen cada aerogenerador y que entran al país por el puerto de Montevideo pusieron a prueba su logística operacional. Las torres en partes, las palas, las góndolas y los motores exigieron la eficacidad máxima de la administración pública, de la aduana, de los operadores y de los transportadores.

Además, los propósitos de José Cataldo son cuestionados por un grupo de cerca de 70 vecinos que se opone a la construcción de un parque en la Sierra de las Ánimas, que es, según ellos, un sitio emblemático del país con un rico patrimonio natural, científico y cultural. En esta zona, donde la vegetación se conserva bien y donde la huella humana es todavía escasa, estos aerogeneradores deformarían el paisaje y afectarían la biodiversidad y el ecosistema. Estos vecinos enfurecidos también añaden que esto perjudicaría el turismo, que es la primera fuente de inversión en el país.

Sus opiniones son apoyadas por Clémentine Desfemmes en un artículo sobre el impacto de la energía eólica en la biodiversidad. La construcción de aerogeneradores perturba los ecosistemas ya que implica infraestructuras que conllevan a la destrucción de la vegetación y a la multiplicación de las superficies asfaltadas, así como las idas y venidas de la gente. Sin contar la destrucción del habitad natural de numerosas especies. Las palas y el barotraumatismo - depresión creada por la rotación de las palas cerca de los aerogeneradores – son igualmente responsables de la muerte de numerosas aves u otros animales voladores. Sin embargo, esto no es nada en comparación con las víctimas de la caza, de las torres eléctricas de alta tensión, de las plataformas petroleras o de los edificios con fachadas de vidrio.

Sin embargo, existen soluciones para limitar estos impactos. La reducción de la velocidad de la rotación de las palas por la noche para limitar el número de víctimas o el cambio del trayecto de los murciélagos gracias a un radar son buenos ejemplos, así como evitar la alineación de los aerogeneradores sobre los ejes migratorios de las aves. Además, la puesta en marcha de una obra de instalación que no sea durante la época de apareamiento de las especies más sensibles, es una manera simple para reducir las perturbaciones de la fauna. Rehacer una fosa de agua o plantar setos cerca de las máquinas también pueden compensar los daños causados.

Uruguay parece estar en buen camino para alcanzar su objetivo para el 2030: la independencia energética gracias a las energías renovables. Los medios invertidos son considerables y la ayuda extranjera es necesaria, sin embargo, parece ser que las ganancias son evidentes para el país en el ámbito económico y social, e incluso educativo. El país es el modelo a seguir, no solamente para sus vecinos latinoamericanos, sino también para el mundo entero ya que rebasa a Dinamarca, España y Alemania en el ámbito energético. No queda más que esperar a que los inconvenientes que la energía eólica pueda llegar a causar sean tomados en cuenta y sean resueltos de la mejor manera posible, por el bienestar de los humanos como de la flora y fauna del país.

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