Siglo XXI : Fin de la cultura y crisis política

9 Septembre 2013



Carl Schmitt diagnóstica la modernidad en términos políticos, económicos, técnicos, sociológicos y éticos. Schmitt es un pensador y jurista alemán del sXX, cuyas ideas cobran en el sXXI aún más vigencia. Este autor estuvo involucrado con el nacionalsocialismo aunque negó su responsabilidad en el mismo, así como el conocimiento de lo que el partido nazi llevaba a cabo.


Siglo XXI : Fin de la cultura y crisis política
Fue encarcelado bajo arresto automático por colaborar con el Tercer Reich. Criticó fuertemente la condición de enemigo, es decir persona sin derechos, a la que fue arrojado, así como la validez del tribunal de La Haya. Pero lo que más destaca de él es su pensamiento, realizó un diagnóstico de la modernidad en todos los ámbitos, a través del cual desarrolló una crítica al liberalismo y a la técnica como responsables de la gran pérdida de valores que hoy en día vivimos. Algunas de sus obras más importantes son 'El Concepto de lo político' y 'Ex captivitate salus'.

EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO

Carl Schmitt nos presenta una definición existencial de lo político, lo esencial no le concierne ya que la política carece de ello. La política, para ser tal, requiere de su relación con el contexto espacio-temporal en el que surgen unas nociones contrapuestas, y de las interacciones con el ser humano. Estas interacciones se establecen sobre la relación entre amigo y enemigo. La política precisa de un enemigo público, es por ello que se forma, extrae su fuerza, a partir del conflicto, el ser humano se agrupa de manera primaria en contra de un enemigo común.

La política no es en sí guerra ni combate, si no que sólo presenta la posibilidad real del combate físico basada en la disyunción de la ideas de los grupos contrapuestos, posicionándose en defensa de ellos. La unidad política se construye, pues, a raíz de una asociación que se contrapone a un enemigo común, por ello es indispensable e inherente a lo político la determinación del caso decisivo, la diferenciación entre amigo, que son los miembros de dicha unidad política, y enemigo, el grupo. La asociación que determina el caso decisivo, es decir que patenta el poder de decisión, es la soberana.

LA TÉCNICA : FIN DE LA CULTURA

Schmitt considera la historia como un camino que discurre a través de diferentes consideraciones del espíritu. En la modernidad se han dado tres rostros del espíritu: el metafísico-personalista del siglo XVII, el moral en el siglo XVIII, y el técnico del siglo XIX y XX. La era del capitalismo, que es la que nosotros estamos viviendo, se caracteriza por la unión entre la técnica y la economía hasta tal punto que Schmitt denominaría la nueva esfera no como técnica, sino como económico-tecnica. La economía dicta el camino de la técnica.

En su filosofía este autor entiende el espíritu como 'centros de gravedad', son para él entidades desde las que neutralizar los conflictos de cada época. La técnica si neutraliza aunque es incapaz de abrir un espacio-temporal dónde resida el espíritu, por ello Schmitt asegura que hemos sufrido un proceso de secularización al sustituir el espíritu por la técnica. De la moral podía desprenderse un criterio, de la técnica no.

En términos Schmittianos, los centros de gravedad son centros de irradiación lingüístico cultural; así como centros de resolución de problemas, y determinan la relevancia de los acontecimientos; son, por lo tanto, centros de definición del poder. La técnica no puede abrir espacio a estas cuestiones y por ello se la considera culturalmente ciega. El espíritu se manifiesta a lo largo de la historia por su capacidad para neutralizar los conflictos, de esto modo despolitiza la esfera precedente en un acuerdo pacífico y la esfera que neutraliza se establece como nuevo centro de gravedad, abriendo un nuevo terreno de disputa y politización.

Pero la técnica promulga una racionalidad instrumental y objetiva, puede servir a cualesquiera fines, puede ser usada por un comunista, por unos terroristas en medio del desierto, o por un millonario en japón. A causa de esto no establece criterio, no puede politizar. El dinero es lo único que cuenta, y no los valores, por ello decimos que con la técnica ha llegado el fin de la cultura.

LA TÉCNICA : RELIGIÓN DE MASAS

En torno a la técnica se ha construido una religión de masas, que consiste en la creencia de que la técnica solventará todos nuestros problemas, y nos otorgará, más aún, el poder y el control sobre la naturaleza. El paraíso pasa de estar en el más allá, para establecerse en el más acá, en el mundo cotidiano.

Pero dónde hay fe, dónde hay creencia, hay espíritu, no es el espíritu auténtico que Schmitt ensalza y reclama, es un espíritu maligno, falsificado, es el Anticristo, ya que emula al verdadero, pero no lo es. La felicidad y el placer espiritual es ahora consumo; la belleza, buen gusto; la paz del alma, seguridad; el derecho, poder. La sociedad se ha secularizado por una imitación del espíritu. El poder imperante es ahora poder técnico, o lo que es lo mismo, poder económico.

CRISIS DEL PARLAMENTARISMO

Schmitt trata en sus obras la crisis del parlamentarismo liberal que ha lugar a causa de la inauténticidad de la representación, ya que se involucran en ella principios individualistas liberales, es decir, intereses económicos de grupos determinados. Esta crítica al parlamentarismo forma parte de la crítica que el pensador dirige contra el liberalismo por ser un movimiento que no tiene capacidad para la política.

Para Schmitt el liberalismo político no es una teoría política en sentido positivo, ya que no tiene sentido de lo público ni de la política. Solo quiere la soberanía en manos privadas. La lucha política se convierte en lucha económica. Y la representación se pone en relación con el pensamiento económico. El parlamentarismo es la forma política del liberalismo, la forma en la que el mundo liberal entiende la representación pública. Hay tres principios básicos del parlamentarismo propio de la primera mitad del sXIX, antes de que se desvirtuara. El principio de discusión pública, como vía de acceso a la verdad; el principio de publicidad para que las decisiones tomadas en el parlamento y su discusión se lleven a cabo de forma transparente; y el principio de la separación de poderes, el equilibrio de poder es clave para un buen desarrollo de la política. Sin embargo Schmitt afirmaría que ninguno de estos tres principios se cumplen en la actualidad.

Los principales problemas del parlamentarismo a causa de la representación surgieron debido a la democracia. Del sufragio universal se derivó, no la unidad política representada en el parlamento con el fin de controlar el gobierno, si no la escisión política de todas las clases sociales representadas, es decir, la lucha de clases. Este modelo jurídico-privado del pueblo no crea un valor de lo público ya que los intereses económicos y técnicos no son espíritu, por ello la representación es inauténtica, delegada.

El parlamento, pese a no diluirse, quedó obsoleto ya que desapareció la representación política en favor de la representación delegada de intereses de clases, por lo que no puede encarnar la unidad política de la nación, y el pueblo tampoco puede generar conciencia de identidad política ya que está escindido. Como consecuencia la política entraría en crisis al vulnerabilizarse sus fundamentos en pos de una fe, o interés, masivo en la técnica liderada por la economía.

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Nieves Meijide
Philisophe de profession et journaliste de vocation. Amoureuse du mot et de son pouvoir pour... En savoir plus sur cet auteur