A las 15.00 los alumnos quedaron para su clase de performance, como lo hacen cada jueves. Pero esta vez, el punto de encuentro se dio al pie de Santa Marta, una favela pacífica de Rio ubicada en la Zona Sul de la ciudad. A lo largo del cuatrimestre, el objetivo del curso ha sido de descubrir los distintos aspectos del performance a través de cinco módulos. El primero se trataba del descubrimiento del lenguaje performativo, el segundo, de la utilización de material autobiográfico para construir el performance, y el tercero, de la estética relacional en espacios distintos. Los alumnos están en la tercera fase. En ella, “el performance es la relación y se la ha de trabajar”, explica Tania Alice, añadiendo, “mi objetivo es que puedan considerar el performance en cuatro dimensiones : la autobiográfica, la relacional, la social, y la espiritual.”
Así, los alumnos se lanzaron en un proyecto de ayuda en la favela de Santa Marta. “En las favelas hay más apertura mental que en la clase media donde la gente tiene miedo. Aquí hay menos miedo”, explica Julia, una de las alumnas. Su meta entonces será de crear un plan relacional e interpersonal y conocer a los habitantes de la comunidad. Este curso poco banal permite hacer el paso al cuarto modulo, es decir el proyecto de arte social, que no tiene una estética específica pero que permite tomar las riendas y ofrecer unos servicios que la organización de la ciudad no ofrece. Es también una manera, como lo indica Tania Alice, de “llamar la atención a las carencias de la sociedad”.
UNA MEJOR IMAGEN DE LAS FAVELAS
Crédit Pedro Serra
Que fuera solo o en grupo, alumno o voluntario, todos ayudaron de una forma u otra a los habitantes de la favela. Sharah ha llevado su violón para acompañarla mientras cantaba con los ciudadanos. Es el aspecto interpersonal, el estar en relación directo con las personas y ofrecer lo que más le gusta hacer en un ambiente animado; fue una experiencia breve pero intensa. Ana Paula, voluntaria inspirada por esta actividad quería transmitir una mejor imagen de la comunidad. Según ella, solemos poner énfasis en el aspecto marginado, negativo y excluido de la favela. Es más, nunca es la gente de la favela que habla de la favela. Entonces su meta era de preguntar a las personas lo que querían demostrar de su hogar, sacarle una foto y volver a mandársela.
Guilherme ha tenido una idea parecida pero en lugar de sacar fotos de elementos de la vida en la favelas, quisiera sacar fotos a las personas en sus ambientes cotidianas, sin que posaran, y luego mandárselas. En una época en la cual nadie revela fotografías sacadas en película, quisiera devolver el valor a la fotografía. Fernanda et Alarisse, ellas ofrecieron el servicio de la preparación de ensalada de fruta de A hasta Z: desde mondar, a cortar, hasta el saboreo; las alumnas ofrecieron un momento convival para compartir. “Interactuar con las personas, hacer lo que amamos, y tomar el tiempo para cocinar y hablar, es genial”. Roberta y Marcio pasearon por la comunidad sugiriendo libros para leer, pero no fueron cualesquier libros. Inspirado por el fenómeno que consiste en dejar un libro en algún sitio para que alguien más aproveche de él, Marcio pensó en otra forma de estos “libros itinerantes”. En cuatro antologías de poesía cortas, el alumno pegó una explicación del concepto “de mão em mão” (de mano en mano) junto a un pequeño sobre en el que se podía dejar un mensaje para el próximo lector. Angela, Vitoria y Samara han tenido la idea de crear un evento, es decir, de preparar una fiesta para celebrar algo de que alguien estuviera orgulloso. Así la pregunta que quisieron hacer fue : “qué es lo cuenta más en esta sociedad ?”
UNA REALIDAD DISTINTA
A través de este curso, Tania Alice quiere enseñar a sus alumnos la realidad del terreno del artista performance. Es decir, ir en búsqueda a la gente, presentarse, y desarrollar un plan de performance interpersonal. Pero el objetivo también es de entender que cada experiencia es distinta y no lleva siempre al mismo resultado. De hecho, los resultados fueron distintos. Aunque algunos hayan tenido éxito, otros han tenido un poco más dificultad en establecer relaciones. Así fue el caso de Guilherme que no consiguió sacar fotos a la gente, ni menos hablar con ella. “La gente no me contestaba, era muy raro”, lamentó el estudiante. “Hablamos con 3 o 4 personas pero nadie quiso que le sacáramos foto. `Que se vayan por allá` nos decía la gente”. Decepcionado pero no desanimado, el estudiante pensó que fue una buena experiencia, una que le gustaría repetir. Tal vez sea por el contexto que no tuvo éxito, ya que la policía buscaba a una persona refugiada en la favela. Tampoco Fernanda estaba muy convencida de su performance. Con una venda en los ojos, tenía un cartel ofreciendo ayuda para llevar las bolsas de las compras u otras cosas, si la gente se pusiera de acuerdo de guiarla por la mano. Explica que no funcionó muy bien puesto que “la gente estaba sorprendida y no se atrevía [en hacerlo].”
En cambio, a su vuelta, las chicas de la ensalada de fruta estaban muy contentas: “¡era increíble! Salvo por una mujer que estaba cansada de su día, muchos participaron”, explica Alarisse a Tania, enseñándole unas fotos sacadas durante el performance. Es la más feliz de tardes; todos comparten sus experiencias, las sorpresas, los encuentros, las fotos…
Sin embargo, el momento final fue cuando llegó Samara, corriendo, orgullosa de anunciar que había encontrado una persona que celebrar. Vera, de 56 años, estaba orgullosa de haber vivido en la favela desde su nacimiento y de ocuparse de todos en Santa Marta. Después de haberse duchado, se fue de punta en blanco a la fiesta, aclamada por los artistas performance, que tenían listos la torta y los globos, al pie de la favela. La felicidad y la emoción estaban en el aire y los niños vinieron a aprovechar del pastel, mientras unas otras personas pasaron a sacar fotos. Así, esta experiencia linda de los jóvenes artistas performance permitió de pensar en las funciones del arte en el contexto social de otra forma.