Penuria en Venezuela: la economía vista desde una óptica negativa

Jessica Robineau, traducido por Carla Ortuño Güendell
3 Août 2015



Caracas está sumida en una grave crisis alimentaria de la cual no encuentra salida. El gobierno venezolano intenta limitar, con medidas restrictivas, el aumento fulgurante del trabajo clandestino de los contrabandistas y de los bachaqueros. Aunque no se haya constatado una mejoría de la situación, el presidente Nicolás Maduro prevé el fin de la penuria en agosto. Sin embargo, la caída del precio del petróleo y el endeudamiento del país ante las compañías privadas dicen lo contrario: una agravación de la crisis económica.


Crédito: DR
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El conjunto de restricciones gubernamentales no ha logrado resolver la grave penuria que hace estragos en Venezuela desde hace ya varios meses. Al contrario, esto ha conllevado que algunos productos difíciles de encontrar en el mercado sean revendidos cinco veces más caros que su precio original. Nelly Rosario, una jubilada de 57 años, pasa alrededor de 6 a 7 horas cada día haciendo fila delante del supermercado. Como ella, los venezolanos no tienen de otra más que hacer estas filas para comprar aceite, papel higiénico o carne. Estos productos también se pueden encontrar en la calle a precios muy altos; comercializados por revendedores que se han multiplicado en el país.

Se les llama bachaqueros, término proveniente del bachaco, una hormiga roja que ataca las plantaciones y se lleva las hojas en su espalda. Estos empantanan al país en una crisis alimentaria sin precedente. Al igual que este insecto destructor, los bachaqueros vacían los supermercados y farmacias para revender los productos alrededor de 5 veces más caros. « La gente ha encontrado la manera de hacer dinero gracias a la penuria » explica Nelly Rosario. Según ella, la expulsión de los buhoneros, vendedores ambulantes, por el gobierno actual es una de las causas de la reventa de productos raros.

Nuevo oficio: bachaquero

Los bachaqueros, la mayoría desempleados o jubilados, se levantan a las cuatro de la mañana para estar entre los primeros en la entrada de los supermercados. Su jornada consiste en esperar de pie durante horas en filas de unos cincuenta metros de largo. Los estados de Zulia y Tachira (Oeste) son los más afectados ya que se encuentran cerca de Colombia, donde muchos traficantes exportan productos que son vendidos más caros que en Venezuela.

Crédito: DR
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Para luchar contra la penuria y mejorar el control del racionamiento, el gobierno de Nicolás Maduro decidió limitar las compras de los venezolanos a un día por persona por semana. Las personas disponen de un día asignado para comprar los productos racionados, según la última cifra de sus tarjetas de identidad. Los revendedores lograron esquivar rápidamente dicha medida tan exigente.

Nelly Rosario dice “que los bachaqueros falsifican los documentos de identidad y llegan a tener hasta siete tarjetas de identidad con las que pueden ir a los supermercados todos los días”. El gobierno venezolano también estableció un sistema de reconocimiento de huellas dactilares en la entrada de los comercios, sobre todo en la farmacias donde hay más penuria. La población solo dispone de dos opciones. Algunos deciden esperar a que llegue su día de racionamiento y se pasean por todos los supermercados buscando los productos necesarios, mientras que otros no quieren sacrificar su jornada de trabajo y compran los productos a precios muy elevados.

Una « guerra económica »

En Venezuela, la inflación alcanza el 123% según Datanalisis, organismo de estadísticas del mercado venezolano. El gobierno de Nicolás Maduro estima que los desequilibrios y la situación alarmante de la economía venezolana son el resultado de una « guerra económica » dirigida por la oposición política, que al parecer incita a las compañías a comercializar los productos de primera necesidad. Los partidos de oposición refutan esta argumentación. El país que posee la mayor reserva de petróleo en el mundo está al borde de la asfixia económica.

Las causas son numerosas y complejas: inflación, corrupción, malas inversiones y control de cambio. El banco central comercializa muchos bolívares, a través de subvenciones, pensiones o préstamos, sin que la cantidad de bienes disponibles aumente. La consecuencia directa es el aumento fulgurante de los precios, la inflación, que conlleva una pérdida del valor de la moneda.

La situación económica del país no es favorable para los que poseen capital en bolívares, han perdido la confianza en la moneda local y se ven tentados a cambiar sus bolívares por dólares. Por otro lado, los dólares se cambian a un precio fijo determinado por el Banco central y el gobierno. Ahora bien, la demanda de dólares va en aumento y las reservas de divisas del país son insuficientes. Por lo tanto, las autoridades decidieron devaluar la moneda el año pasado.

Crédito : EFE
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Con el fin de acompañar esta medida, el gobierno venezolano estableció un control de cambios. En otras palabras, cada persona solo puede obtener una cantidad limitada de dólares a una tasa fija, al igual que en Argentina. El resultado de estas restricciones es la aparición de un mercado paralelo de cambio. “El valor del bolívar se vuelve ridículo, ahora existen tres tasas de cambio diferentes para el dólar, y esta dependencia nos está matando”, afirma Carolina Ramírez, química industrial.

¿Más importaciones significan más penuria?

Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, la redistribución de la renta petrolera sobre la población incrementó la demanda interior, sin el aumento de la producción de bienes. Entonces, el país se vio obligado a importar volúmenes masivos. La pérdida del valor de la moneda local ha aumentado directamente los precios de los productos importados.

En el 2003, el gobierno decretó una lista inicial de 165 productos con precios fijados por el poder ejecutivo. Durante los primeros años, los precios fijos siguieron las olas inflacionistas, pero desde el 2007, la brecha entre los costos de producción y los precios fijos no ha dejado de aumentar, lo cual llevó a que las compañías entraran en quiebra. Otras compañías, nacionalizadas por el gobierno, solo producen la cuarta parte de su producción habitual.

Crédito: DR
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Ante dicha situación, Caracas puso en marcha el racionamiento de los alimentos y productos raros hace tres años. Los productos llamados raros son aquellos que alcanzan un promedio del 80% de la penuria, entre los cuales se encuentran : la leche, la mantequilla, el azúcar, la carne bovina, el pollo, el queso, el aceite, el jabón, el papel higiénico y otros artículos.

Los medicamentos también son escasos. “La gente muere muy rápido de VIH y de cáncer”, revela Carolina Ramírez. Esta química industrial de 44 años, decidió usar un nombre ficticio tras constatar un aumento de la represión política. Ella espera poder dejar el país el año que viene. Como ella, muchos venezolanos se van a Colombia, Panamá o Argentina.

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