Medio ambiente: ¿habremos alcanzado el punto de no retorno?

Marie Pothin, traducido por Carla Ortuño Güendell
22 Janvier 2015



En la décima edición de su informe Planeta vivo, el informe más completo con respecto al estado de salud del planeta Tierra, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) hace una evaluación alarmante: una decadencia inaudita de la biodiversidad y una presión sin precedente sobre los ecosistemas.


Marie Pothin
Marie Pothin
Aunque la decadencia de la biodiversidad y el agotamiento de recursos de nuestro planeta no sean acontecimientos nuevos, alcanzan hoy en día un umbral crítico. Es lo que al parecer anuncia el informe Planeta vivo, informe bianual realizado por el WWF en colaboración con el Zoological Society of London y las ONG Global Footprint Network y Water Footprint Network. El informe, presentado a UNESCO el 30 de septiembre, se funda en tres indicadores principales. Sin embargo, el índice planeta vivo (IPV) es el que mide la evolución de la biodiversidad basándose en más de 10000 grupos de animales que pertenecen a 3038 especies de vertebrados, lo cual conlleva a ciertas conclusiones inquietantes. 

La desaparición de más de la mitad de las poblaciones de animales salvajes

Se trata de una decadencia de más del 50% que fue constatada en las poblaciones de especies salvajes entre 1970 y 2010. Un retroceso, en solamente 40 años, mucho más alto que lo estimado hace unos años. Pero esta cifra solo representa un promedio. Si miramos más de cerca, algunas especies son víctimas de una decadencia crítica: es el caso de las especies de animales de agua dulce, del cual la población bajó un 76%. Las especies de animales marinas y terrestres se salvan por una disminución de un 39% “solamente”. 

El informe Planeta vivo revela también disparidades geográficas considerables. Los daños a la biodiversidad más importantes son observados en los trópicos y alcanzan un 56%. Sobretodo América Latina, la cual ha perdido al menos un 83% de sus poblaciones de especies salvajes.
Las causas de esta masacre son numerosas y conocidas: degradación o desaparición de los hábitats naturales, la caza, la pesca, la contaminación, y el calentamiento del planeta. 

La huella ecológica, segundo indicador utilizado por los especialistas, mide la presión que cada persona ejerce sobre el medio ambiente calculando la superficie terrestre y marítima que cada persona necesita para vivir. Esto incluye evidentemente la producción de víveres y también los bienes de consumo de todo tipo, los desplazamientos cotidianos y ocasionales, los espacios necesarios para la construcción de viviendas, comercios, y finalmente, los desechos que producimos. En el 2010, la humanidad utilizó una Tierra y media. Consecuencia: los recursos se agotan mientras que los desechos y el carbono se acumulan.

El informe revela las mayores disparidades geográficas: China, los Estados Unidos, India, Brasil y Rusia representan casi la mitad de la huella ecológica mundial. Pero si tomamos en cuenta el número de habitantes de cada país, la clasificación cambia completamente: Kuwait, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Dinamarca y Bélgica son los ganadores. En esta clasificación, Francia se enorgullece de estar en la posición número 23…  Pero con una huella ecológica mucho más grande que el promedio mundial (en realidad, casi el doble). 

Los países más ricos son los menos afectados

Finalmente, el tercer índice del informe Planeta vivo, la huella hídrica, permite valorar el volumen de agua dulce y de agua de lluvia necesarios para la población mundial. El informe revela que, a nivel mundial, la producción agrícola representa un 92% de la huella hídrica global, por delante de la producción industrial (4,4%) y los usos domésticos (3,6%). Los grandes consumidores de agua son Estados Unidos y China, la producción y la exportación de bienes agrícolas e industriales son los que consumen más agua. 

Mientras que los países más ricos ejercen la mayor presión sobre el medio ambiente, los países en desarrollo son los que sufren más perdidas en el ecosistema. El informe de la WWF nos recuerda en letras mayúsculas que “Hoy en día, cerca de un billón de individuos sufren de hambruna, 768 millones viven sin agua salubre y limpia, y 1,4 millones no tienen acceso a una fuente de electricidad fiable”. 

¿Una situación irreversible?

La situación ya parece estar en estado crítico y se prevé que las cosas empeoren. La población ya casi ha triplicado desde 1950 hasta llegar a 7 billones en el 2011, y se estima que llegue a 10 billones en el 2050. Pero para Philippe Germa, director del WWF Francia, podemos evitar lo peor: “La humanidad puede lograr desconectar su desarrollo de su huella ecológica. Es necesario por lo tanto preservar el capital natural, sobretodo dejando de sobreexplotar las provisiones pesqueras, producir mejor, con menos input y desechos y más energías renovables, y reorientar los flujos financieros, tomando en cuenta los costos del medio ambiente y sociales.”

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