Klaus Iohannis, un nuevo presidente para Rumania

Manon Perelli, traducido por Romane Parnet
10 Janvier 2015



El 16 de noviembre, el candidato cristiano liberal ganó las elecciones presidenciales rumanas, aplastando su rival, el Primer Ministro Victor Ponta. En uno de los países los más pobres de la Unión Europea, donde la corrupción está omnipresente, la victoria de este discreto hombre sobre quien nadie hubiera apostado, tiene un papel de renacimiento en el paisaje político. Retrato.


crédit DR
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Hace algunas semanas, nadie hubiera apostado por su victoria. Y no obstante, el pasado 16 de noviembre, contra todo pronóstico, Klaus Iahonnis fue elegido presidente de Rumania.

Con más de uno 54% de los sufragios, el candidato cristiano liberal creó la sorpresa adelantando a su rival, el Primer Ministro social-demócrata Victor Ponta, ganador de la primera vuelta, y que todos los pronósticos designaban como ganador.

Hay que decir que esta victoria aplastante señala una ruptura en la historia política del país, Klaus Iahonnis representando por sí solo las dos minoridades del país: primer presidente descendiente de la minoridad alemana, es también de confesión protestante, en un país donde un 90% de la población es ortodoxa.

Un hombre discreto

A menudo descrito como discreto, el hombre de 55 años, fue poco conocido antes de las elecciones. Antiguo profesor de física, entró en política por la puerta de atrás cuando fue elegido hay 15 años alcalde de Sibiu, una ciudad medieval alemana en el centro del país. Una ciudad de provincia cerca de las ruinas, que transformó, siendo buen gestor, en una de los principales destinos turísticos del país en tan solo unos pocos años. De tal manera que  los habitantes de la ciudad renovaron su confianza eligiéndole de nuevo como alcalde por tres mandatos suplementarios.

Y es solamente cuando su ciudad se convirtió en la capital europea de la culture en 2007, que realmente hizo su aparición en la escena nacional. Desde junio, es también el presidente del Partido Nacional Liberal.

A causa de su personalidad atípica, o incluso taciturna y de su falta de facilidad frente a las cámaras, se le reprocha a menudo no tener el carisma de su adversario, Victor Ponta. Pero sin embargo, muchos son generosos en elogiosos acerca de él: “tolerante”, “recto”, “honesto”, “abierto” son los adjetivos utilizados para describirlo.

Y como un espejo de sus valores que se le atribuyen gustosamente, se retiene de su campaña sobre todo su caballo de batalla: la lucha contra la corrupción, una práctica que gangrena desde hace varios años la vida política del país. Una lucha que halló eco en Trajan Basescu, el antiguo presidente del país, pero también en Angela Merkel, dos personalidades políticas importantes que le mostraron su apoyo indefectible durante estas elecciones.

Y si entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales, una campaña calumniosa fue activada contra él, en la cual se le acusó de vender niños a traficantes de órganos y de utilizar el dinero público para fines personales, esta campaña no logró perjudicar su fama.

Son testigos las escenas de alegría después de su victoria en todo el país y la acogida que le reservaron muchos rumanos. “Estamos muy encantados de su victoria, porque es un político que suscita la confianzaexplica Maddy, una estudiante rumana. “Por la primera vez desde hace tiempo, nos sentimos unidos con las mismas ideas, sobre todo los jóvenes. En general, nos burlamos de la política pero hoy todo el mundo está orgulloso del resultado de estas elecciones. Iohannis representa algo diferente, que el país realmente necesita”. añade.

¿Un nuevo inicio para Rumania?

La victoria de Iohannis parece señalar un nuevo inicio para el país. Como si el pueblo rumano, cansado de un esquema político post-comunista arcaico heredado del antiguo régimen y de la corrupción ambiente, hubiera querido enviar una señal al mundo político. De hecho, según la opinión de los observadores advertidos, estas elecciones representarían ante todo la derrota de Victor Ponta frente a un pueblo que quiso manifestar su rechazo.

Hay que precisar aquí, que si Victor Ponta reconoció su derrota, niega todavía hoy dimitir y tiene la intención de quedarse a la cabeza del gobierno. Una dimisión sin embargo reclamada por millares de rumanos que salieron a la calle en la noche de las elecciones.

Pero lo que hay que retener de estas elecciones, es sobre todo la victoria de la democracia: con un total de un 64,10% de participación en la segunda vuelta, el país conoció una movilización inhabitual de su electorado, sobre todo en lo que concierne los rumanos de la diáspora. “Queridos rumanos, hoy ustedes fueron héroes. El voto fue fenomenal. La participación al voto fue enorme”, se alegró el nuevo presidente algunos instantes después de su elección.

El mandato del presidente Iohannis empezó el 22 de diciembre del 2014. Durante cinco años, además de convivir con su rival, tendrá también que abordar los gran problemas del país que son la pobreza, la diferencia de desarrollo entre las ciudades y el campo, el éxodo de los rumanos hacia el extranjero, y el estado de la infraestructura. En breve, un mandato muy lleno en perspectiva. Y el alba de una nueva administración, como señal de una esperanza de un nuevo inicio para el país. Con sus 20 millones de habitantes, Rumania sigue siendo el país el más pobre de la Unión Europea después de Bulgaria.

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