Honduras, ¿un mal modelo para Paraguay?

Manon Duret, traducido por Kayla De Nardi
11 Juin 2013



Muchos compararon el golpe de estado en Paraguay en junio de 2012 a el de Honduras en junio de 2009. Misma situación, mismo resultado. Mientras que se ha “democratizado” el golpe de estado en Paraguay el pasado junio con unas elecciones y que aún queda sin saber si el Partido Colorado se involucrará en el juego democrático, se enfoca la situación en Honduras, cuatro años tras el golpe de estado.


Porfirio Lobo Sosa, presidente de Honduras desde el 27 de enero de 2010
Porfirio Lobo Sosa, presidente de Honduras desde el 27 de enero de 2010
Los medios de comunicación y dirigentes sudamericanos cómo Cristina Kirchner no vacilaron en calificar la destitución de Fernando Lugo de su cargo de presidente de Paraguay el 21 de junio de 2012 cómo golpe de estado y de relacionarla con los acontecimientos en Honduras en 2009.
 
Manuel Zelaya fue elegido líder del Partido Liberal de Honduras en 2009 y desde entonces desarrolla una política de acercamiento al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, creado por Chávez). Este último desagrada a su propio gobierno. Se le regañan también por querer cambiar la Constitución para permitir a un presidente llevar a cabo varios mandatos. Fue detenido y expulsado a Costa Rica el 28 de junio de 2009. El mismo día el Tribunal Supremo y el Congreso ratificaron su revocación. Roberto Micheletti, presidente del Congreso, promulgó un estado de emergencia y un toque de queda. La comunidad internacional exigió la restitución inmediata de Zelaya al poder.

Se estallan unas manifestaciones violentas entre los Zelayistas y los anti Zelayistas. Bajo el estado de sitio, oponentes al régimen Zelayista fueron detenidos. A pesar del ultimátum de 72 horas propuesto por la OEA (Organización de los Estados Americanos), el gobierno de facto mantuvo su posición y se retiró de la organización. Entre tanto, Zelaya intentó volver a Honduras y refugiarse en la embajada de Brasil. Honduras se encontró económicamente y políticamente aislado. Tanto Chávez como los Estados Unidos lo criticaron. El 29 de noviembre de 2009 se organizaron unas elecciones como indicio de contemporización. Aunque fueron fuertemente boicoteadas, las elecciones llevaron a Porfirio Lobo Sosa del Partido Nacional de Honduras de la derecha al mando del país. El Acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del Sistema Democrático se firmó entonces el 28 de junio de 2011 en Cartagena. Zelaya entró de nuevo en Honduras y se retiraron las acusaciones en contra de él. La OEA reintegra Honduras en el seno de la organización dos días después. Porfirio Lobo Sosa permanece al poder.

¿Elecciones, acuerdo internacional, fin de crisis?

Aprobabas por la comunidad internacional, las elecciones del pasado 21 de abril restablecen en el poder al Partido Colorado, el partido del dictador Stroessner, lo cual “regulariza” el golpe de estado en Paraguay. Los países del Mercosur decidieron volver a integrar Paraguay en el seno de la alianza económica del cual se vio excluido tras la destitución de Lugo.
 
En ambos casos se tratan entonces de dos presidentes de la izquierda, derrocados de manera arbitraria por una parte de su gobierno de la derecha bajo un pretexto institucional. Sin embargo, esa situación arbitraria vituperada por las organizaciones internacionales se vio validada unos meses después por las elecciones que tuvieron lugar. El estado de hecho supera en importancia al estado de Derechos, más bien los intereses políticos son postergados en favor de los intereses económicos.
 
Dadas las decisiones internacionales, la crisis política habría podido parecer terminada para los dos países, pero cuatro años tras el golpe de estado, la situación en Honduras permanece inquietante. Unos treinta periodistas fueron asesinados en el país desde 2009, según dice Dina Meza una periodista que lucha para defender los derechos del hombre. Esos periodistas investigaban especialmente en Honduras los conflictos y las desigualdades agrarios, la corrupción política y los narcotraficantes, todos problemas endémicos en numerosos países sudamericanos.
 
Honduras posee el triste récord del país, sin conflicto armado declarado, más mortífero del mundo con 85,5 homicidios por cada 100,000 habitantes (mucho más que México aunque tiene una reputación de violencia).  Sin embargo según la prensa hondureña, “sin conflicto armado declarado”  no es el sentimiento de la población. Desde principios de mayo, La Prensa  no vacila en publicar titulares del tipo, “La guerra está de vuelta en Chamelecón, las maras rompen la tregua”. Una de las más grandes causas del fuerte índice de homicidio es la presencia de las maras, esto es de bandas armadas que se propagan en los Estados Unidos y América Central y que viven de robos, extorsión, y del narcotráfico. Estas bandas mandan en numerosas regiones de Honduras como alrededor de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante del país. Son regiones sin leyes en las cuales los varios grupos rivales exigen el pago de impuestos de guerra de los habitantes y en ellas la policía corrupta e ineficaz nunca se aventura. Las maras nacen por la pobreza en un país en el cual el 67% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y el 76% trabaja en el sector informal.
 
Además Honduras es uno de los mayores productores de drogas sintéticas. El país sufre igualmente de la crisis económica de los Estados Unidos desde 2008, lo cual agrava la situación. La economía hondureña es fuertemente dependiente de los tributos de inmigrantes que viven en los Estados Unidos. Dichos tributos son una fuente financiera que se vio reducida desde 2008. Así mientras se observa una tendencia de reducción del índice de homicidios en sus países vecinos de América Central, en Honduras aumenta.

A la represión no se le pone nombre

Honduras, ¿un mal modelo para Paraguay?
Sin embargo, las maras no son el único problema de Honduras. Algunos acusan al gobierno de esconderse detrás del problema de las maras para justificar la violencia política en el país tras el golpe de estado. Rosmerlin Estupiñan-Silva dice que la táctica del gobierno consta de "usar los problemas sociales tales como la violencia de las maras y del narcotráfico, y los problemas surgidos de desastres naturales cómo el periodo de lluvias, cómo una cierta cortina de humo que esconde la violencia política, la censura, la represión, y la impunidad". Tras la muerte de los periodistas, oponentes, y sindicalistas agrarios, los argumentos proporcionados por  el gobierno decían efectivamente que no hubieron vínculos entre las circunstancias de la muerte de estas personas y sus profesiones. Añadieron que, el gobierno era impotente frente a la criminalidad. Se trata de un argumento fácil para los que opinan que la ausencia de intervención de las fuerzas armadas contra las maras es señal de un “gobierno mafioso”.
 
Se esconde entonces una represión real y ocultada por la situación social y económica catastrófica de los oponentes, bajo la aparente resolución de la crisis. Aunque las instituciones internacionales hayan validado el estado de hecho, la situación política permanece tensa en los dos países. Zelaya y Lugo luchan en el campo de la oposición en sus propios países. Fernando Lugo declaró que deseaba permanecer en la oposición, sin buscar crear una coalición, pero siempre que permanece dispuesto a dialogar. En cuanto a Zelaya, cuenta con la candidatura de su mujer, Xiomara Castro, en las elecciones de noviembre de 2013.
 
Esas situaciones entre otras demuestran la debilitación de algunas democracias y la reaparición del espectro de las dictaduras latinoamericanas que creímos que habían desaparecidas. 

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