Capital de la República Checa desde su independencia en 1918, Praga fue uno de los principales lugares de la historia de Europa Central del siglo XX: mártir durante el Tercer Reich, insurrecta durante la Primavera de Praga en 1968, reconvertida en 1990 después de la Revolución de Terciopelo. En la actualidad, la ciudad posee un paisaje marcado por la historia y sus tumultos.
Apodada « Capital mágica de Europa » por el poeta André Breton, posee un gran renombre por su patrimonio cultural, reconocido desde 1992 en la lista de la Unesco. En la ciudad vieja (Staré Město) que casi no fue tocada por los obuses durante la Segunda Guerra Mundial, numerosos estilos arquitecturales fueron preservados y se han ido turnando a través de los siglos. De ahora en adelante, artes barroco, gótico y románico forman parte de la arquitectura de la ciudad. El famoso castillo (Pražský hrad) y la catedral de San Vito dominan la ciudad vieja mientras que nueve puentes, incluido el más que famoso Puente de Carlos, atraviesan el río Moldava conectando así sus orillas coloridas. La ciudad, verdadero « museo a cielo abierto » con numerosos relieves y con un encanto mágico atrae una población internacional.
25 de diciembre de 2015: Las calles de Praga están obstruidas por los turistas y los mercados de Navidad. Entre los árboles iluminados, delante de los coros, las personas de vacaciones se mezclan con la población local para compartir vinos calientes y Trdelniks (brioches típicos circulares y huecos asados en el espetón) al precio de 60 Coronas, lo que equivale a unos 2 euros. Entre dos puestos de comida y belenes de pan de especies, los vendedores exponen quioscos rebosados de marionetas, muñecas de madera, de tela o esculpidas de manera artesanal.
La ciudad atrae muchos estudiantes internacionales, particularmente gracias a su muy reputada escuela de cine, la FAMU. Entre sus estudiantes, Nader Chalhoub, libanés, y Clémence Arrivée, francesa, comparten sus experiencias de vida estudiantil en Praga. Para Nader, “es realmente la ciudad estudiantil por excelencia, hay muchos estudiantes internacionales. La vida es muy barata comparado con los países de Europa Occidental o aún más con el Líbano. De resultas, los estudiantes están de manera general muy cómodos en esta ciudad y cada noche, adonde vayas, encontrarás nuevas personas extranjeras. Desgraciadamente, no tuve muchas ocasiones para frecuentar a los checos, por lo general, a primera vista pueden parecer un poco fríos… ¡Claro que hay muchas excepciones!”.
Ambos estudiantes frecuentan los mismos barrios emblemáticos de la capital, desde Zizkov con el bar Vzorkovna, el Holesovice con el Cross Club hasta los de Narodni Divadlo, Letna, Krymska por ejemplo. Así es como Clémence describe el encanto de estos pubs de los más típicos: “Todos tienen el mismo aspecto, son pubs un poco estancados con bancos y mesas de madera. Bebes cervezas y juegas cartas toda la noche. En esas noches, te sientes relativamente integrado en la vida local. Fuera de eso, estoy bastante de acuerdo con Nader, quizás nos mezclemos bastante poco finalmente…”.
Según un estudio del sitio de la Eurostat, la capital checa se clasifica entre los quince mejores destinos turísticos europeos. Omnipresentes en los periodos de Navidad, la presencia de turistas tiene consecuencias directas no solo en la multiplicación de mercados de Navidad sino también en el paisaje sonoro. Difícilmente accesible para los turistas en época navideña, el checo se sustituye ampliamente por el español, el italiano o el francés en las calles.
En los barrios más locales, se encuentran tiendas con estantes llenos de matrioskas y otras obras artesanales. Cada semana, escondido del centro turístico, se instala un gran mercado en el barrio periférico de Kolbenova, “el mayor mercadillo de Europa”, según el sitio internet del mercado. Cuando interrógale preguntamos a Nader sobre las tradiciones culinarias, responde sin ninguna vacilación “¡La cerveza, por supuesto!”, antes de describir una ciudad masivamente jalonada de restaurantes tradicionales que proponen platos típicos como el Gulash (trozos de carne en un caldo especial servidos con una especie de masa semihorneada), el Vepřové koleno (rodilla de cerdo) o el Pikantni hermelin (camembert relleno de ajo y de pimiento). Infalibles. “En los restaurantes, siempre hay una sopa del día. No cuesta nada y se pide con una cerveza y una rebanada de pan de comino”, explica Clémence.