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“España se encuentra mejor”, por lo menos es lo que parece, según la mejora de la situación económica que muestra un crecimiento positivo desde tres trimestres y una disminución de los cifras del paro. No obstante con una tasa de paro de un 23.67 % entre julio y septiembre 2014, España sigue siendo el segundo país de la Unión Europea más golpeado después de Grecia, muy atrás del promedio de la zona euro que alcanza un 11.7 % en abril 2014.
Más importante, el paro de los menores de 25 años sigue siendo particularmente elevado (un 52.38 %) a pesar de una caída desde el principio del año 2014. Este dato refuerza un sentimiento de impostura compartido por una gran parte de esa juventud que intenta imaginarse un nuevo futuro.
Universidades: ¿una selección económicamente elitista?
A partir del año 2013, los criterios de obtención y de atribución de las becas en la enseñanza superior se endurecieron. Ahora se requiere una nota media de 6.5/10 en el bachillerato, contra 5.5/10 antes, lo que supone que muchos estudiantes no pueden financiar sus estudios. “Esta nueva ley aparece como una paradoja” dice Alex, estudiante de licenciatura en ingles en la universidad de Valencia. De hecho, desde abril 2012, un decreto del gobierno español autoriza a las comunidades autónomas que aumenten los gastos de escolaridad de las universidades de un 50 %, lo que se traduce por una subida media a unos 1 500 € para los gastos anuales. Además, es cada vez más difícil para los estudiantes contar con el apoyo de la familia ya que numerosos padres tienen que intentar resolver sus propias dificultades económicas en primer lugar.
A primera vista, los préstamos bancarios estudiantiles aparecen como la última posibilidad de financiación. Pero en este sector también se adoptaron muchos cambios desde la crisis. Es el fin de los préstamos de interés cero, que adecuan ahora sus intereses con los del sector inmobiliario según los bancos. Carles, estudiante de periodismo en la universidad Jaume I de Castellón, se interroga: “¿Cómo voy a reembolsarlo?”. De hecho, con una tasa dramática de paro juvenil, las perspectivas de empleo están muy limitadas y la mayoría de las veces los salarios propuestos son considerablemente inferiores a las calificaciones requeridas.
“No nos vamos, nos echan”
Frente a esas numerosas dificultades, muchos jóvenes españoles decidieron irse para probar suerte en otros países donde la situación económica es más clemente. “No nos vamos, nos echan” es una iniciativa popular que denuncia la situación de exilio forzado de la juventud española precaria. Aunque sea delicado estimar el número preciso de jóvenes emigrantes económicos, la asociación que se desarrolla en todas partes del mundo acusa: “Una entera generación tiene que elegir entre el desempleo, la precariedad o el exilio”. María, 24 años, estudiante originaria de Salamanca, se fue a trabajar durante un año a Irlanda después de su licenciatura: “No hay ninguna oportunidad de trabajo aquí, hay que luchar para buscar otras propuestas en otro lugar”. Sin embargo, los que se van a Europa encuentran raramente un trabajo que se acuerda a sus competencias pero sigue siendo una manera de ahorrar con la esperanza, para muchos, de tener la posibilidad de volver a España un día.
Algunos se quedan. « Que se vayan ellos » es el mensaje que dirigen a los políticos, considerados responsables de la situaciones económica y social españoles actuales. Frente a esta situación asfixiante, la palabra “revolución” aparece en muchos discursos. Y aunque la esperen “democrática y pacífica” como lo dice Carles, se siente una urgencia cada vez más difícil de contener.
De hecho, cualquiera sea la situación individual de cada uno, la juventud española es unánime: los políticos nacionales y europeos son culpables. Antes de la crisis, “se gastó el dinero equívocamente” dice Alex, en referencia a los bancos y a los dividendos de los accionistas entre otros. Ahora, con los cortes presupuestarios en los servicios públicos y en la educación particularmente, los estudiantes tienen la impresión de que pagan errores que no han cometido. El jueves 23 de octubre, miles de estudiantes, profesores y padres de alumnos manifestaron en las calles de Madrid y en seis otras ciudades de España para denunciar las reformas del sistema educativo.
¿Generación “perdida”?
A pesar de las movilizaciones continuas, la resignación se lee cada vez más en los numerosos rostros. Pasa el tiempo pero la situación se mantiene. Cuando se dirigen a los políticos, los estudiantes tienen la impresión de que hablan a las paredes: “una pared obnubilada por el dinero y el poder”, ilustra Carles. Esta característica, la atribuyan tanto a la derecha como a la izquierda, lo que subraya un recelo total hacia la política tradicional.
Sin embargo, aunque hayan perdido fe en los dirigentes actuales, creen en el futuro de su país y sobre todo en el potencial de su generación. Desde enero 2014, se asistió por cierto a la subida espectacular de un nuevo partido de izquierda, Podemos, dirigido por Pablo Iglesias Turrión. Este joven profesor de 36 años se basó sobre la contestación del famoso movimiento de los Indignados y de un equipo del campo cuya edad media es inferior a 30 años, para desarrollar su partido, que defiende sus ideales tal como la democracia participativa o la lucha contra la corrupción. Durante las pasadas elecciones europeas, este joven partido consiguió cinco escaños y forma parte ahora de las fuerzas políticas mayores del país.
Cuando se trata de esta nueva alternativa política, los rostros brillan de alegría. “¡Ellos nos son iguales!” exclama María, en referencia a los miembros y dirigentes del partido. Además de presentar una nueva ideología, Podemos ofrece la posibilidad de parar con el bipartidismo que domina la política española desde hace muchos años. Para numerosos jóvenes, se trata de una esperanza incontestable para el principio del año 2015 rico en citas políticas, con las elecciones regionales, municipales y legislativas.