España : objetivo alcanzado para la cadena humana

Laura Noëlle Ballo, en Barcelona
21 Septembre 2013



Un año más, era 11 de septiembre en Catalunya, un día muy especial para los calendarios de los catalanes que celebran su tradicional Diada. La mañana se había levantado gris y lluviosa pero el mal tiempo no detendría a los 1,6 millones de catalanes que salieron a la calle vestidos de amarillo, con el objetivo de formar la Vía Catalana a favor de la autodeterminación en Cataluña.


Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International
Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International
La cadena humana consiguió recorrer la costa catalana de punta a punta, desde la frontera con Francia hasta el límite con la Comunidad Valenciana, con un total de 86 municipios por los que cientos de miles de familias, grupos de amigos y de gente mayor, enlazaron sus manos con la esperanza de votar en un referéndum previsto para 2014. Esta es la meta del presidente catalán, Artur Mas, que se ha comprometido a luchar hasta que el gobierno central conceda a los catalanes la opción de elegir sobre la soberanía de su país.

Eran ya las 17.14h, un guiño al fatídico 11 de septiembre de 1714, en que Barcelona cayó en manos de las tropas de Felipe V. Todo el mundo estaba en su sitio, cuando las campanadas de La Seu Vella de Lleida anunciaron que había llegado la hora. Espectaculares imágenes aéreas ofrecían una postal inédita de gente que ondeaba con ganas banderas de Cataluña desde un abarrotado Paseo de Gracia, el estadio del Camp Nou, incluso carreteras y autovías, con un solo fin, demostrar al mundo que los catalanes están más unidos que nunca.

Una jornada alegre teñida de rojo y amarillo

Iconos de la cultura popular catalana como los castellers, las sardanas o los gegants llenaron las calles de música, sonrisas y abrazos entre asistentes de diferentes edades y condiciones sociales, amparados por cientos de banderas. También llamaban la atención los múltiples niños que presenciaron su primera manifestación, con la cara pintada de los colores de las cuatro barras y la estrella azul, símbolo de la independencia.

Paralelamente, un ambiente festivo y a la vez pacífico tomaba las riendas en los alrededores de una Sagrada Familia que lucía entre los primeros rayos de sol de la tarde con una majestuosa bandera rojiblanca colgada de su fachada. Allí se encontraban Claudia y Paula, de 18 años, que explicaban que cuando quisieron apuntarse a la Vía por internet, ya no quedaba sitio, así que decidieron inscribirse a última hora al “tramo 0”, que les permitía constar en la lista, sumándose a la cadena que pasaba por delante de su casa.

Por su parte, Laia de 25 años, se había trasladado hasta Les Terres de l’Ebre, la zona del sur de Cataluña, que consiguió llenarse a pesar del temor inicial de quedar más vacía por tener menos población. Laia opinaba que la situación económica con España ya no es rentable y defendía orgullosa que “hoy hemos intentado enseñar a todo el mundo lo que el pueblo catalán realmente desea”.

Organización logística y despliegue de seguridad

Apenas quince minutos después de iniciarse la cadena, se produjo un pequeño incidente en la Sagrada Familia, al caer un dron que sobrevolaba un grupo de niñas. Estas resultaron heridas levemente en los brazos, así que fueron inmediatamente atendidas por los servicios sanitarios tras comprobar que los rasguños no eran graves. Por otro lado, un grupo de jóvenes aparentemente simpatizantes de grupos políticos anti independentistas fueron detenidos al ser sospechosos de alteración del orden público.

Mientras, desde la Plaza Catalunya, centro neurálgico de la ciudad condal, la presidenta de la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC), Carme Forcadell, realizaba un discurso en el reivindicaba que “ante acciones históricas, son necesarias decisiones históricas”, refiriéndose al preocupante momento de crisis en que están inmersos los españoles. Y no dejaba otra solución que la independencia de Catalunya para seguir hacia adelante, unas emotivas palabras que fueron muy aclamadas por los cientos de asistentes que terminaron cantando al unísono el himno catalán d’Els Segadors.

Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International
Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International


La esperanza es lo último que se pierde

Francisco, de 72 años, insistía en que la convocatoria había sido tan masiva que “más que una cadena, parecía una marea de gente, aunque lo importante es el sentimiento”. Marta, de 43, estaba de acuerdo y auguraba: “tengo la esperanza y la fe de que Rajoy (presidente del Gobierno de España), al final nos reconozca como un nuevo estado de Europa”.

Un poco más pesimista, José, de 42 años, se quejaba de que “el problema es que España siempre mira hacia al lado y copia a Barcelona, cómo ahora que también quieren que Madrid sea la sede de los Juegos Olímpicos en 2020. Lo que tienen que hacer es mirar hacia arriba, hacia Europa”. Finalmente, Cristina, de 54 años, se mostraba firme: “La relación con España es como un matrimonio. Nosotros ya no queremos seguir casados con ellos, así que pedimos el divorcio”. Recordamos que en estos momentos, un sondaje de la Cadena Ser vaticina que un 52 % de los catalanes votarían a favor de la independencia si tuviera lugar un referéndum, una opción que el Gobierno central rechaza por ser “anticonstitucional”.

Catalunya se dirige al mundo

Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International
Crédito foto -- Laura Noëlle Ballo/Le Journal International
Con opiniones para todos los gustos, la jornada transcurrió con una organización excepcional en una fecha que pasará a la historia gracias a un acto multitudinario muy enfocado a la comunidad internacional. En este sentido, además de los cientos de ciudadanos que salieron a expresar su anhelo de libertad en Cataluña, múltiples grupos de catalanes organizaron su propia cadena humana desde Buenos Aires, París, Múnich, Pekín o México, como muestra de apoyo a sus compatriotas.

En total, en Barcelona se acreditaron 200 periodistas internacionales, así que no faltaron pancartas con lemas escritos en inglés como “Hello world! I’m catalan and I want to be free”.

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