Marc y Satish
Antes de viajar a la India con Nathanaël Coste, su amigo de la infancia, Marc de la Ménardière era un business developer para una multinacional en Nueva York. Su trabajo consistía en vender agua embotellada francesa dándole la imagen de un producto de lujo. Una vida totalmente diferente a la de su amigo, quien se había hecho director y productor de películas sobre el medio ambiente. En el 2008, cuando Marc se rompe el pie en un accidente y tiene que estar en cama durante dos meses, Nathanaël le da algunos documentales para que los vea. Entonces se produce una revelación, una toma de conciencia. Marc se va de Nueva York y acompaña a Nathanaël por los caminos del mundo, en busca de sentido y de nuevas respuestas.
Después de estos viajes, de periodos pasados en la montaña y buscando financiamiento, por fin rueda En quête de sens, una película de una hora y veinte minutos que tuvo un éxito inesperado. Más que un documental, es un conjunto de encuentros, a menudo espontáneos, con interlocutores tan diversos como inspiradores. Astrofísicos, sociólogos, responsables de ONG, chamanes y activistas, todos se expresan y se reúnen para dar algunas pistas y poder comprender nuestro complejo mundo. Se destaca una idea: la sociedad occidental está enferma y es necesario que haya una interdependencia entre las disciplinas para entender el mundo, la experiencia humana. Para ellos, el modelo económico actual, aunque dio resultados durante un tiempo, ya no funciona. Marc de la Ménardière nos da sus explicaciones.
¿Cuánto tiempo les tomó este proyecto a Nathanaël y a ti?
Hicimos los primeros rodajes en noviembre del 2009. Primero estuvimos dos meses y medio en la India, después en México y luego en Estados Unidos. Regresamos a Francia una vez y después nos volvimos a ir, la mayor parte del tiempo para América latina. Cuando regresamos definitivamente nos tomó un poco más de tiempo de lo previsto para editar y encontrar productores, pero también para saber qué queríamos, darle mejor forma al proyecto.
¿Cómo fue cuando decidiste abandonarlo todo para irte de Nueva York?
El asunto tardó un poco pero yo ya estaba llegando al término de un contrato y ya no tenía la motivación para aceptar otra misión. Tenía muchas ganas de hacer otra cosa. Estando en Nueva York, a veces me hacía preguntas sobre todo este sistema. También viví seis meses en Bolivia antes de llegar a Estados Unidos, así que ya había tomado conciencia de esa idea de un vínculo con la naturaleza que había sido cortado. Pero después a uno se le olvida, sólo piensa en hacer dinero, etc.
La película fue financiada por 963 internautas. ¿Piensas que se puso de manifiesto una necesidad de ver emerger proyectos más entusiastas?
Sí, seguramente. Por cierto, esto nos sorprendió muchísimo: queríamos recaudar 12.000 euros para distribuir la película ¡y recibimos 40.000! Un proverbio budista dice: “Si has identificado un problema, empieza por proponer la solución”. Ese es en verdad el mensaje de nuestra película. Hay muchos documentales que informan, que denuncian. Son útiles, pero demasiado angustiantes, incluso moralizadores a veces. La mayor parte del tiempo, dan la impresión de que somos impotentes ante lo que está pasando frente a nosotros, ante los problemas ecológicos, la destrucción de la naturaleza, etc. Nosotros quisimos mostrar lo que está pasando con más ligereza y entusiasmo, mostrando que hay soluciones, que realmente se están haciendo cosas y que todo el mundo puede actuar.
¿Cómo hicieron para conocer a todos sus interlocutores si se iban de viaje completamente de improviso?
Al principio tuvimos mucha suerte. Todo comenzó con un seminario en la India, donde conocimos al activista medioambiental Vandana Shiva. A partir de eso tuvimos la oportunidad de conocer a muchas otras personas. Estos encuentros nos llevaron a reorientar la película y a alejarnos de todo principio cartesiano. Por cierto, a fin de cuentas, Descartes estaba completamente equivocado cuando reducía el mundo a una gran máquina, compartimentando todo. Esos razonamientos llevan a la destrucción. Quisimos denunciar esa inteligencia mecanicista, esa separación de las cosas que conduce a una visión totalmente materialista. Junto con Vandana Shiva, quisimos destacar la idea de unidad en todo lo viviente, de múltiples posibilidades, que al final todas las cosas están vinculadas entre ellas.
Han permitido que se expresen diversas personas y especialistas. ¿Fue con el propósito de llegar a un amplio público o por necesidad de adoptar diferentes enfoques?
Antes que nada, quisimos mostrar que el mundo en el que vivimos es muy complejo, pero todas las disciplinas son complementarias. Es el principio del pensamiento completo, que inculca que no se debe disociar, sino más bien encontrar una solución en el cruce de todas estas cosas. Tratamos de construir la película en torno a esta idea de interdependencia, de complementariedad, mostrando que en otras partes del mundo hay otras maneras de razonar. De ahí que fuera necesario hablar con todas esas personas, las cuales, finalmente, llegan a las mismas conclusiones.