El programa nuclear iraní: retos y perspectivas

Mathilde L’Hôte, traducido por Melina Arellano
23 Avril 2015



Mientras se retomaban las negociaciones sobre el programa nuclear iraní el pasado martes 3 de marzo en Montreaux (Suiza), entre el líder de la diplomacia iraní Mohammad Javad Zarif y el secretario de Estado de Estados Unidos John Kerry, por otra parte varias voces expresaban las dificultades para llegar a un acuerdo político antes del 31 de marzo. Las negociaciones, que se habían vuelto “más difíciles y complicadas” según China, acercándose a la primera fecha límite, aumentaron las tensiones entre los participantes. El 29 de enero pasado, su Excelencia Ali Ahani, embajador de Irán en Francia, participó en una conferencia organizada por el Instituto Open-Diplomacy en París, Francia, sobre el tema “Irán y el tratamiento de las cuestiones de seguridad y de defensa internacional”, en la cual evocó estas negociaciones con un enfoque particular.


Hassan Rohaní (a la derecha) al lado del Guía supremo Ali Jamenei – Crédito Reuters
Hassan Rohaní (a la derecha) al lado del Guía supremo Ali Jamenei – Crédito Reuters
Como lo indicó el embajador, el programa nuclear iraní comenzó en los años 1950, pero sólo se puso en tela de juicio a partir del año 2002, con el descubrimiento de los sitios nucleares de Natanz y Arak, lo cual empujó a EEUU a acusar a Irán de elaborar “armas de destrucción masiva”. Las inspecciones de la AIEA (la Agencia internacional de la energía atómica) permitieron descubrir tiempo después rastros de uranio enriquecido, lo cual violaba el acuerdo del Tratado de no proliferación de las armas nucleares, firmado, entre otros países, por Irán. Después de que la AIEA juzgó que la cooperación de Irán era “menos que satisfactoria”, Ahmadinejad endureció su trato con la comunidad internacional al llegar al poder en el 2005, retomando las actividades de conversión de uranio en Ispahan y multiplicando los anuncios provocadores en cuanto a la naturaleza del programa nuclear. En el 2006, las sanciones de la Unión Europea y de EEUU se hicieron más graves y la ONU impuso nuevas. Con la llegada al poder del presidente Obama en 2009 y la elección del nuevo presidente iraní Rohaní en 2013, las negociaciones se hacen progresiva y nuevamente posibles.

El acuerdo histórico de noviembre del 2013

El acuerdo de noviembre de 2013, que debía vencerse el 24 de noviembre de 2014, fue prolongado de seis meses con el objetivo de llegar a un acuerdo político el 31 de marzo de 2015 y a un acuerdo global antes del 1 de julio del mismo año. Este acuerdo contiene tres ventajas mayores: en primer lugar, le pone fin al desarrollo de los elementos más sensibles del programa nuclear iraní, es decir el fin de la producción de uranio altamente enriquecido, la limitación de la producción de nuevas centrifugadoras (que permiten el proceso de enriquecimiento del uranio), el bloqueo de la construcción de nuevas instalaciones así como la interrupción de la puesta en marcha del reactor nuclear Arak. En segundo lugar, el acuerdo permite un acceso más amplio a las instalaciones nucleares iraníes para la comunidad internacional y la AIEA, con el propósito de verificar si Irán respeta sus compromisos. Por último, este acuerdo temporario es una verdadera oportunidad para negociar el arreglo del caso a largo plazo. Cabe resaltar que todas las partes lo han saludado: Irán y el grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania).

Así pues, el objetivo actual es transformar de manera positiva este acuerdo a largo plazo y establecer una solución que permita que Irán acceda a la energía nuclear pacífica. Ali Ahani insiste en la necesidad de un acuerdo que satisfaga a todas las partes y no deje lugar a ninguna interpretación posible ulteriormente. En ese sentido, aunque insiste en la necesidad de desarrollar el programa civil del país, también reconoce la importancia de darle garantías sólidas al grupo 5+1 sobre la calidad únicamente pacífica del programa. Según él, Irán está unido y determinado detrás de esta voluntad de llegar a un acuerdo que respete los intereses de la comunidad internacional, sin poner en duda los objetivos principales del país por ello: “Es un país responsable, partisano de la lógica, pero su pueblo no permitirá que los negociadores cedan respecto a los intereses nacionales”.

Sin embargo, parece que han surgido divergencias dentro del poder ejecutivo iraní. Aunque Rohaní declaró: “nuestros ideales no se resumen a centrifugadoras” y propuso la organización de un referéndum sobre un asunto que “afecta directamente al pueblo”, el ayatolá Jamenei, líder supremo del país, expresó en febrero pasado sus reservas sobre las negociaciones en curso, considerando que no sería aceptable un mal acuerdo y que, por lo tanto, se debía adaptar nuevamente el calendario de las negociaciones. Propuso que se firmara un acuerdo único y sin etapas intermediarias antes del próximo 1 de julio. Por otra parte, los conservadores denunciaron las negociaciones directas entre Irán y EEUU y le reprocharon a Mohammad Javad Zarif el haber caminado al lado de John Kerry. Estas divergencias aparentes podrían, aun así, tener un impacto importante sobre la firma de un acuerdo, dado que el líder supremo tiene la capacidad de oponerse a ello, incluso después de una eventual firma. Asimismo, Jamenei le confió a Javad Zarif la responsabilidad de no ceder ante las demandas excesivas del grupo 5+1.

Las sanciones económicas, el motor de las negociaciones

Las sanciones económicas han debilitado profundamente al país y a su población. El PIB iraní disminuyó de un 25% durante los tres últimos años, el Rial, moneda iraní, se desplomó y la inflación está por los cielos. Como lo destacó el embajador, estas sanciones no tuvieron resultados políticos concluyentes, sino que afectaron principalmente a los más pobres y a la clase media. Al mismo tiempo, se observó una fuga de numerosos jóvenes diplomados así como la intensificación de los discursos radicales y de los argumentos anti-occidentales. Si bien el ex presidente Ahmadinejad defendía con fervor este anti-occidentalismo, el nuevo presidente Rohaní insiste en que el pueblo iraní lo eligió para que las cosas cambiaran y que por lo tanto, es necesario reintegrar al país en la escena internacional, haciendo hincapié en que “el país no puede esperar un crecimiento estable si está aislado”. El fin del aislamiento iraní parece, por lo mismo, esencial para la población, pero Ali Ahani también señala el mérito del país, que según él se ha vuelto autosuficiente en muchos sectores, insistiendo en los “progresos científicos y médicos que ponen hoy en día [a Irán] en el primer lugar en ciertos ámbitos, lo cual es un orgullo nacional”.

Tras el acuerdo de noviembre de 2013, las sanciones comerciales y financieras impuestas desde el 2006 disminuyeron progresivamente, a cambio de garantías sobre la limitación del enriquecimiento de uranio, mostrando así que era imposible transformar el programa civil en programa nuclear. Irán se felicitó por este aligeramiento, el cual, según el embajador, tuvo un “impacto psicológico global”. Sin embargo, deplora la ausencia de “cambios profundos”, señalando la pusilanimidad de las empresas europeas, que no quieren implantarse en Irán o establecer asociaciones económicas allí, mientras que las empresas estadunidenses y asiáticas ya aprovechan esto.

El ministro iraní de Relaciones exteriores Mohammad Javad Zarif (a la derecha) y el secretario Estado estadunidense Jonh Kerry, Ginebra, 14 de enero de 2015. Crédito Rick Wilking / AFP
El ministro iraní de Relaciones exteriores Mohammad Javad Zarif (a la derecha) y el secretario Estado estadunidense Jonh Kerry, Ginebra, 14 de enero de 2015. Crédito Rick Wilking / AFP
A pesar de todo, dos diputados estadunidenses, Kirk y Menendez, introdujeron en paralelo el proyecto de ley “Nuclear Weapon Free Iran Act of 2015” en el Senado el pasado 27 de enero, el cual prevé la disposición de sanciones suplementarias con el fin de incitar que Irán negocie más eficazmente. El objetivo de esta ley es, según sus defensores, impedir que Teherán fracase en las negociaciones de aquí al 30 de junio de 2015. Obama dio a entender que la adopción por el Congreso estadunidense de una ley así presentaría un riesgo directo para la buena realización de las negociaciones, y le daría un argumento suplementario a los radicales y a los detractores de tales negociaciones. Por otra parte, los ministros de Relaciones exteriores de Francia, Alemania y Reino Unido, así como el Alto Representante de la Unión Europea, insistieron en el peligro que esta ley pueda llegar a fracturar la coalición internacional, lo que llevaría directamente al fracaso de las negociaciones.

La perspectiva de un acuerdo: Irán, ¿nuevo actor indispensable?

El éxito de estas negociaciones es una de las prioridades de la política exterior no solo estadunidense, sino de una gran parte de la comunidad internacional. Sin embargo, la adopción de un acuerdo exhaustivo permanece, todavía ahora, demasiado evasiva y muchas personas se preguntan si será posible el mero hecho de concluir un pacto de este tipo. Aun así, es imperativo tomar en cuenta las repercusiones posibles de la conclusión de estas negociaciones, ya que podría tener un gran impacto sobre el país, la región e incluso la política exterior de numerosos países.

De un punto de vista nacional, el presidente Rohaní tiene el objetivo mayor de mejorar la situación económica del país y desarrollar pactos internacionales económicos, científicos y diplomáticos. También ha evocado su deseo de colaborar con Estados Unidos en Irak. Sin embargo, a pesar de estar a cargo de ciertos asuntos específicos, como la política exterior, permanece bajo el poder del líder supremo y de las guardias revolucionarias, lo cual hace que sea más difícil de adoptar y de poner en marcha cualquier tipo reforma. Por ejemplo, el ayatolá Jamenei está completamente opuesto, ideológica y religiosamente, a Israel, por lo que es muy crítico respecto a la política exterior estadunidense en el Medio Oriente. Así pues, si bien la conclusión de un acuerdo podría influenciar positivamente las relaciones diplomáticas entre EEUU e Irán, el vínculo entre ellos sigue siendo tenue.

En paralelo, el éxito de las negociaciones podría conducir a la administración estadunidense a reconsiderar su política en el Medio Oriente y a pensar de manera diferente su cooperación con Irán respecto a ciertos problemas regionales. En ese sentido, Ali Ahani insiste en el lugar que ocupa la potencia iraní en el Medio Oriente y su papel estabilizador, que podría empujar a “los países occidentales [a solicitar] hoy su cooperación en diferentes asuntos”. También insiste en la voluntad de Irán de “promover la paz” y su deseo de apoyar las operaciones colectivas. Si bien es consciente de las rivalidades regionales, subraya que “la posición iraní se inscribe en un combate contra la violencia, el terrorismo y el extremismo”. Para reafirmar su declaración, hizo hincapié en la colaboración iraní con la coalición internacional contra la organización Estado Islámico, al mismo tiempo que criticó a ciertos países de esta coalición por haber participado indirectamente en el desarrollo de esta organización.

Los países vecinos también están involucrados directamente en la posibilidad de este acuerdo. Israel se opone totalmente a cualquier tipo de negociación, la cual, según el Primer ministro Netanyaju, sería un riesgo mayor para la región y el mundo entero pues Irán nunca respetaría los términos del contrato. Asimismo, la balanza del poder regional se modificaría con un aumento de las tensiones entre Arabia Saudita e Irán, Líbano, Siria, Irak y los países del Golfo. Con todo, este acuerdo podría reducir la voluntad de Arabia Saudita de desarrollar su propio programa nuclear.

 

Si bien las negociaciones continúan y se complican, la perspectiva de la firma de un acuerdo no puede ser puesta de lado. En efecto, se amplificaría lo que está juego para todas las partes y esto implicaría meses, incluso años, de vigilancia de la AEIA. Históricamente, Irán no siempre ha sido transparente sobre sus actividades. Además, cualquier tentativa de escapar a sus responsabilidades bajo un acuerdo podría provocar una reacción seria de parte de Israel y de la comunidad internacional. Con todo, hoy por hoy, un acuerdo sobre el programa nuclear iraní parece ser más razonable que cualquier otra alternativa. Y es que el proceso probablemente no habría llegado tan lejos si no hubiera una verdadera posibilidad de éxito.

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