El gobierno canadiense se implica en la lucha frente al Estado islámico

Laurine Benjebria, traducido por Lisa d’Alfonso
18 Novembre 2014



El 8 de octubre pasado, Canadá entró de manera oficial en guerra contra el Estado islámico. Votó una gran mayoría de la Cámara de los Comunes a favor de la participación de las fuerzas armadas canadienses en los ataques aéreos de la operación IMPACT, una coalición dirigida por los Estados Unidos para luchar contra la organización armada yihadista.


Credito Archives/Christian Coulombe/FAC
Credito Archives/Christian Coulombe/FAC
Fue votada la operación IMPACT por la Cámara de los Comunes de Canadá de tal manera que se decidió enviar seis aviones de combate CF188 Hornet, dos de vigilancia CP140 Aurora, un aparato de reabastecimiento en vuelo así como 600 militares para apoyar durante 6 meses la coalición reunida por los EEUU que ayuda a las fuerzas de seguridad iraquís y las Peshmergas kurdas. Se podrá beneficiar de aproximadamente 15 millones de dólares canadienses para asegurar la protección: 10 millones financiarán el equipamiento – cascos, chalecos antibalas, vehículos de apoyo logístico – y 5 millones van a apoyar los esfuerzos regionales que tratan limitar el número de combatientes en los territorios de Iraq y de Siria. 

Aunque haya adoptado la mayor parte de la Cámara de los Comunes la intervención de las fuerzas armadas canadienses, ha rechazado la enmienda neo-demócrata que proponía una ayuda para transportar el equipamiento militar durante 3 meses y un socorro humanitario. Para la oposición, varias preguntas siguen sin respuesta hoy en día. Efectivamente, las autoridades no han publicado ningún detalle con respecto a los gastos de estas operaciones y de los territorios apuntados. 

Por este voto, Canadá declara que va a luchar contra las fuerzas armadas del Estado islámico al lado de sus aliados como los Estados Unidos, principal asociado económico. Es interesante apuntar que Canadá apoyó a los EEUU en todas las guerras en las cuales participaron, excepto en la guerra de Vietnam. Por otra parte, la intervención canadiense en Irak encuentra similitudes con la guerra en Afganistán que empezó en 2001 después de los atentados del 11 de septiembre. Hay que recordar que en aquella época, Canadá decidió intervenir en Afganistán sin debate público ni parlamentario. Según Francis Dupuis- Déri, “en el caso de Afganistán, es trágico realizar que los poderes occidentales se precipitaron (escondieron signifie plutôt se cacher) detrás de los EEUU en una guerra cuyo principal objetivo era atacar la red Al-Qaïda y el régimen talibán, sin que nadie sepa lo que ocurriría después.” 

Numerosas preguntas todavía siguen sin respuesta en cuanto a la intervención de las fuerzas armadas canadienses contra el Estado islámico: ¿se limitará el gobierno de Canadá a ataques aéreos, como lo prometió? ¿Qué medidas van a ser establecidas para permitir que se termine la operación en el tiempo asignado? ¿Todo esto no es una manera de generar otras intervenciones en otros países afectados por el Estado islámico, como por ejemplo Siria? Ya que desde el 12 de septiembre del 2001, adoptó el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución 1368, que autoriza el ataque del régimen que mantiene bases terroristas en su territorio. 

Una ayuda humanitaria en adición a los ataques aéreos

El gobierno canadiense no considera la intervención militar como única solución. Efectivamente, el ministro de los asuntos exteriores, John Baird, ha anunciado un apoyo canadiense de 5 millones de dólares canadienses para las víctimas de violencias sexuales en Iraq, y otros 5 millones más con el objetivo de financiar una investigación que permitiría enjuiciar a los autores de estos crímenes sexuales en el territorio dirigido por el Estado islámico. 

Credito DR
Credito DR
Entre varios otros organismos, Justice Rapid Response y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, distribuirán esas dos dotaciones. Desde el principio del año, Canadá se comprometió a enviar una ayuda de un total de 28,9 millones de dólares canadienses al pueblo iraquí (19,4 millones) y al pueblo sirio (9,5 millones) afectados por el conflicto contra el Estado islámico. Esta ayuda será distribuida a través de organismos humanitarios de la ONU, del Comité internacional de la Cruz Roja, y de unas ONG asociadas. Más precisamente, el objetivo mayor de este auxilio es responder a las necesidades urgentes con respecto a la salud, el hogar, la protección, la educación, y la alimentación. Así, Canadá no sólo atiende a las necesidades a corto plazo, sino también favorece la estabilidad y la prosperidad del país a largo plazo. Junto al Reino unido, se añade a aquellas ayudas financiaras la participación de Canadá a una misión de evaluación de las iniciativas que puedan ayudar a las víctimas de los crímenes cometidos por el Estado islámico. 

Los tiroteos en Ottawa y en Saint-Jean-sur-Richelieu: posibles repercusiones

En sólo una semana, el territorio canadiense ha conocido dos eventos trágicos. El lunes 20 de octubre, Martin Rouleau, miembro del partido radical, conocido como Ahmad Leconvertido en Facebook, golpeó violentamente a dos militares con su vehículo en Saint-Jean-sur-Richelieu – Quebec – antes de huir y fallecer a causa de sus heridas. La Dirección General de Policía de Quebec ha invitado a la población a tener cuidado para evitar hablar de terrorismo de manera demasiado prematura, cuando trata de este drama. Sin embargo, las reacciones políticas no tardaron mucho antes de evocar la posibilidad de un acto terrorista contra las Fuerzas canadienses relacionado con el caso de Iraq. En cuanto a ellas, las autoridades estadounidenses son cada vez más prudentes desde el ataque contra los dos militares canadienses. 

El miércoles 23 de octubre, todo Canadá se inquietó por tres tiroteos que ocurrieron en Ottawa: la primera en el monumento conmemorativo de la guerra, la segunda frente al Parlamento canadiense y la tercera dentro del hotel del Parlamento. Estos ataques generaron la muerte de dos personas: un soldado de las Fuerzas armadas canadienses y el principal sospechoso, Michael Zehaf-Bibeau, armado de una escopeta de caza – derribado por Kevin Vickers, sargento de armas de la Cámara de los Comunes. Aunque las últimas informaciones confirman su muerte, sigue presente una confusión con respecto al número preciso de personas sospechosas implicadas en estos ataques. Como reacción, las bases militares canadienses han reforzado las medidas de vigilancia y ya no son accesibles a los visitantes. Está prohibido para los miembros de las Fuerzas armadas canadienses salir en público con el uniforme, excepto en caso de necesidad operativa. 

Los gobiernos provincial y federal trabajan en un conjunto sobre las investigaciones, pero todavía no pueden saber si los ataques son reivindicados por lobos esteparios o por una peña. Sin embargo, es importante apuntar que según el Departamento de Seguridad Interior de los EEUU, se nota un aumento de la propaganda alentando la multiplicación de ataques a pequeña escala contra las autoridades de los países occidentales que apoyan la intervención en Iraq y en Siria. 

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