El Gran Magal, la peregrinación más grande de Senegal

Thomas Delattre, corresponsal en Dakar, Senegal, traducido por Fanny Lutaud
28 Janvier 2015



El pasado 11 de diciembre, el Gran Magal de Touba reunió a millones de seguidores. Se trata del principal evento religioso de Senegal y desempeña un papel cada vez más federativo en una sociedad con múltiples influencias. Entre devoción y política de recuperación, Senegal vive al ritmo del Magal durante la peregrinación. Reportaje.


Crédito Thomas Delattre
Crédito Thomas Delattre
« Touba! Touba! Touba! » En un jaleo de motores y de bocinas, los llamamientos de los revisores quedan amortiguados con la agitación de alrededor. Agrupados en una muchedumbre, los autobuses esperan a los peregrinos para empezar el largo trayecto hacia la ciudad santa de Senegal. La luz viva de la estación de servicio contrasta con la noche. Los seguidores esperan en silencio en los autocares abarrotados, con una calma adormecida. Son las cuatro de la madrugada. Afuera, los choferes de taxi insultan a los indecisos y los vendedores ambulantes ofrecen cacahuetes y café. Por fin, los vehículos arrancan y una columna poco ordenada se dirige hacia el camino de Touba.

Pape, de unos veinte años y con los hombros anchos, también acude a la peregrinación. El muchacho salió de Saint-Louis el día anterior, y lleva más de diez horas de viaje. Sin embargo, eso no merma su entusiasmo. “Voy a reunirme con mi familia”, anuncia con ánimo, “todos están allí”.

Una vez en Touba, Pape se precipita para salir del autobús. “Hemos llegado”, dice con una gran sonrisa. Desde la estación de autobuses, el peregrino es avasallado por las llamadas a misa que provienen de los altavoces. En las calles de la ciudad, los pasantes se abren el paso a codazos, cubren sus caras con tejidos para evitar el montón de polvo. Pape camina a paso ligero a través del tráfico intenso de los taxis, autobuses y carretas. Por fin, para delante de la entrada de una casa con pintura deslucida, donde unos treinta miembros de su familia están atareados. Un grupo de mujeres hace la cena mientras que los niños y las niñas van y vienen. Instalados sobre una estera, un grupo de hombres habla de las festividades. “La fiesta de verdad es por la noche” explica Pape con un brillo en los ojos.

Entre devoción y recogimiento

Como cada año, el 18 Safar del calendario hegiriano (11 de diciembre en el 2014), cientos de miles de muridíes se dirigen hacia Touba por el Gran Magal, el principal evento religioso de Senegal. El muridismo es una rama del Islam que se desarrolló por Cheikh Ahmadou Bamba. Es una mezcla de las enseñanzas del profeta Mahoma y de los valores que descienden de la cultura wólof. Hoy en día, 28% de la población senegalesa lo práctica. 

Ahmadou Bamba nació en 1853, y predicó el islam en una sociedad senegalesa revuelta por la colonización. A pesar de una doctrina que pretende ser pacifica, Bamba fue exiliado en Gabón en 1895 por los franceses, que lo veían cómo una amenaza para su dominación. Fue soló en 1902 que volvió a Dakar, bajo las aclamaciones de una muchedumbre que lo temían muerto. Sin embargo, fue de nuevo exiliado en Mauritania durante cuatro años. Hoy, existe una gran mitología acerca de las acciones y milagros del hombre santo. Según la leyenda, trece soldados coloniales cayeron muertos cuando iban a ejecutar a Bamba. Está enterrado en Touba, la ciudad que él fundó y donde los seguidores conmemoran su exilio durante el Magal. 

Agrupados en una muchedumbre compacta, los seguidores esperan durante horas para poder acercarse al mausoleo de Bamba y de sus descendientes, el punto culminante de la peregrinación. En la Gran Mezquita, los más fervientes leen el Corán durante horas. El Magal permite también a los muridíes reunirse con sus jefes espirituales, los cuales prodigan consejos y directivas para el año que viene. Este año, el califa general ordena a los senegaleses a que se pongan a trabajar, porque “un país no puede desarrollarse con mundanerías” afirma. Unos retomarán de nuevo el camino por la tarde, habiendo ya cumplido con sus acciones de gracia, mientras que los que disponen de un apeadero como Pape continuarán celebrando Bamba y las reuniones familiares hasta muy tarde en la noche.

Una importancia social y política

Cada familia religiosa de Senegal y de la región participa en el Magal, es mucho más que un evento religioso”, afirma Serigne Bassirou Abdou Khadre, portavoz del califa general, la autoridad religiosa muridíe. “El muridismo es una fuente de estabilidad y de reconciliación nacional”, añade. Según los organizadores, no menos de cuatro millones de peregrinos vinieron a Touba este año. El Estado senegalés se implicó muchísimo en el evento, desplegando 1300 policías y 160 hombres del departamento de salud. Además, el ejército distribuye rosquillas y café, con el fin de asegurar la serenidad del momento. Para asegurarse que los platos estén llenos, 3500 toneladas de arroz son distribuidas, de las cuales 2000 están reservadas para los indigentes. 

El Magal también es la oportunidad para los hombres políticos de hacer acto de presencia. Abdoulaye Wade, primer presidente muridíe del país del 2000 al 2012, llegó a Touba el fin de semana antes de las celebraciones. En plena reconquista desde su derrota electoral en contra de Macky Sall, recibió una acogida de las más agradables. Eso es el símbolo de un clientelismo que corroe la política senegalesa, afirma Moustapha Cisse Lo, fiel diputado de Macky Sall. Según él, el antiguo presidente distribuyó dinero a los seguidores: “Compra a la gente y pretende movilizar. Usa el dinero que roba, unos mil millones. El fervor religioso no ha logrado borrar las divergencias políticas.

A la hora de irse, los autobuses y los taxis vuelven a su actividad matinal mientras la gente intenta encontrar un transporte. Regresan con el sensación del deber cumplido, aprovechándose del trayecto para discutir política entre partidistas y oponentes del actual presidente. En los muros que bordean la carretera, uno ve grafitis, los últimos testigos del fervor del Magal, enunciando todos « Bamba, gracias ».

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