Crédito Antoine Renaux
Polonia participa activamente en la defensa de su aliado ucraniano: apoyó a los manifestantes de la plaza Maïdan en diciembre del 2013, acogió a las tropas de la OTAN en su territorio y solicitó sanciones contra Rusia. Sin embargo, la postura política de este estado de Europa central, que comparte frontera terrestre de 529 km con Ucrania, está poco mediatizada.
Los dos países comparten vínculos políticos, así como lazos estrechos históricos y culturales desde el siglo XIV, cuando los territorios occidentales de la actual Ucrania fueron integrados en el seno del reino de Polonia-Lituania. Esta entidad política desapareció al final del siglo XVIII con la división del país entre Rusia, Austria-Hungría y Prusia. Los dos países se independizaron al final de la Segunda Guerra mundial. El territorio polaco cubría en ese entonces 200 km de la actual Ucrania. Las fronteras entre los dos Estados volvieron a ser modificadas por Stalin al final de la Segunda Guerra mundial, con el consentimiento de las potencias occidentales. Ucrania, en ese entonces anexionada a la URSS durante la Guerra fría, también heredó parte del territorio después de la caída de la Unión Soviética.
Dicho cambio radical del mapa no ha afectado las relaciones cordiales entre los dos Estados durante las últimas décadas. La crisis en Ucrania incluso ha conseguido que los dos países, los cuales han combatido contra Rusia varias veces para proteger sendas independencias, se unan más.
Alto el fuego: Varsovia se muestra escéptica
El pasado 15 de febrero, se decretó un alto el fuego en Ucrania tras las negociaciones entre el tándem franco-alemán y el presidente ruso Vladimir Putin, acompañado de su homólogo ucraniano Petro Porochenko. Sin embargo, según un informe de las Naciones Unidas, se registraron alrededor de 800 violaciones contra este acuerdo.
En un contexto de reanudación de las hostilidades, Varsovia se coloca en un primer plano en este conflicto regional y se prepara para una nueva escalada de la crisis. El pasado 2 de febrero, Ewa Kopacz, primera ministra del gobierno polaco, afirmó que “la prioridad es la seguridad de Polonia y de los polacos.” Sus declaraciones reflejan las de su predecesor, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo. Éste declaró que se pondría en marcha una consultación de los socios europeos con el fin de imponer sanciones contra Rusia y obligarla a que abandone su política de apoyo a los separatistas prorrusos.
Varsovia, preocupada por una posible escalada del conflicto, reforzará su dispositivo de defensa militar a través de una serie de medidas anunciadas por el ministro de la Defensa, Tomasz Siemoniak. Se lanzó un programa de formación militar para los ciudadanos polacos voluntarios y se intensificó el entrenamiento de los reservistas, según las declaraciones del ministro. En total, Varsovia prevé un aumento del gasto militar de unos 42 millones de euros en los próximos diez años.
El tenso dialogo entre Varsovia y Moscú
El gobierno polaco se toma en serio la amenaza de la estabilidad de Polonia y no olvida la declaración de Vladimir Putin en el 2014: “Si quisiera, las tropas rusas podrían estar en dos días en Varsovia”. Aunque esta afirmación solo es otra de las tantas provocaciones del presidente ruso contra un país de la Unión Europea, ha irritado aún más el diálogo con las autoridades polacas. Efectivamente, las consecuencias de dicha historia agitada entre los dos Estados todavía se manifiestan y se ven reflejadas en su relación diplomática. Rusia sigue siendo percibida como un enemigo histórico de Varsovia después de la división de Polonia en 1795. Dicha herencia tan larga y dolorosa ha provocado un sentimiento de recelo hacia Moscú.
Hoy en día, la implicación del Kremlin en la crisis ucraniana es considerada como un regreso al expansionismo ruso, que amenaza la seguridad del país. Es por eso que Polonia anunció que reforzaría su plan de ayuda al gobierno ucraniano con el envío de instructores suplementarios al ejército del gobierno. Varsovia considera que la mejor forma de proteger la estabilidad de Polonia es luchando contra los separatistas prorrusos y manteniendo la presión contra Moscú.
Esta estrategia de ayuda al gobierno ucraniano también se basa en la historia polaca. Según el historiador polaco-británico Norman Davies, en su obra Heart of Europe: The past in Poland’s present, la política de apoyo a los adversarios del Kremlin se convirtió en una característica de la estrategia de la defensa polaca. De la guerra ruso-japonesa en 1904 al conflicto de Chechenia que marcó las dos últimas décadas, Polonia siempre ha tomado el partido de los oponentes de Moscú con el fin de asegurar su independencia y su seguridad.
Polonia vulnerable ante las represalias rusas
No obstante, detrás de esta política teñida de rusofobia se esconde la voluntad de querer estabilizar Ucrania. Las autoridades polacas desean tranquilizar la región obligando al Kremlin a que deje de apoyar a las fuerzas separatistas. Ewa Kopacz y su gobierno intentan evitar una escalada descontrolada de la crisis que podría tener consecuencias graves para la estabilidad de Polonia.
La dependencia de Varsovia de las importaciones rusas, especialmente en el sector energético, hace vulnerable a la diplomacia polaca. Si observamos las cifras del comercio exterior polaco, podemos divisar que las importaciones de petróleo y de gas natural representan el 90% del aprovisionamiento del país. Por otra parte, Rusia es el sexto país importador de los productos polacos con un monto anual de 7,7 millones de euros. Durante el verano del 2014, en represalia a las sanciones occidentales después de la anexión de Crimea, Vladimir Putin cerró el mercado ruso a los productos agrícolas europeos por supuestas razones sanitarias. Así pues, esta decisión afectó a los productores polacos de manzanas y engendró una pérdida de 400 millones de euros para Polonia.
Conviene recordar que, al contrario de lo que se piensa, Ucrania solo representa un socio económico menor para Polonia si se compara a la importancia del comercio exterior con Rusia.
¿Está amenazada la seguridad de Polonia y la de los polacos?
Varsovia está preocupada por que Ucrania vuelva a ser afectado, ya que hay una importante minoría polaca en la región. Según las cifras del Atlas de Ucrania del investigador François de Jabrun, la minoría polaca representa el 0,3% de la población total, unas 144 000 personas.
Los flujos migratorios también están en el centro de las preocupaciones polacas. El país comparte una frontera terrestre de 529 km con Ucrania, lo cual representa un destino de preferencia para los refugiados políticos. Según una encuesta del diario polaco Rzesczpospolita en la Oficina de extranjeros, se presentaron 28 000 peticiones de permiso de residencia y 2300 solicitudes de estatuto de refugiado en el 2014. Se trata de una importante afluencia de inmigrantes para un país que ya no está acostumbrado a dicho reto desde la Segunda Guerra mundial. Por lo tanto, una nueva agitación del conflicto representaría un flujo suplementario de individuos que podría constituir un factor de desestabilización de la economía polaca, actualmente en pleno auge. No obstante, este argumento es controversial. Algunos expertos, como Stanislaw Kluza, ex ministro y presidente de la Comisión de vigilancia financiera polaca, afirman que un nuevo flujo de refugiados ucranianos sería una oportunidad para Polonia de paliar el envejecimiento de su población y la disminución de la tasa de natalidad.