Colombia: los “NN”, cadáveres adoptados.

Justine Rodier, traducido por María Alejandra Paixão
4 Mars 2015



Desde hace varios años, los cadáveres a orillas del río Magdalena han sido rescatados por desconocidos que se empeñan en regalarles un sepulcro. Después de haber sido abandonadas y olvidadas, muchas de las víctimas asesinadas y tiradas al río logran encontrar una segunda familia. Explicación de una práctica muy inusual.


El río Magdalena – Crédito Ben Box
El río Magdalena – Crédito Ben Box
El río Magdalena, principal río de Colombia extendiéndose sobre 1 500 km, transporta todos los días cadáveres inertes. A sus orillas, los cuerpos son recogidos por pescadores. Y, todos los días, los habitantes de los pueblos vecinos adoptan estos cuerpos, antes sin nadie que pudiera darles una sepultura. Sin identidad manifiesta, se les llama “Ningún Nombre”, o “NN”. Las familias adoptivas se toman en serio sus responsabilidades y se encargan de ellos, llevándoles flores y orando por ellos. Otros incluso se permiten darles un nombre y hablarles, como a un confidente o a un miembro más de la familia.

En Puerto Berrio, Antioquia, los 50 000 habitantes se fueron acostumbrando poco a poco a la idea de recoger cuerpos en el río. Hoy en día, todos los muertos del pueblo cuentan con padres adoptivos. La fe está muy presente en estos colombianos, algunos llegando a pelearse entre ellos por rescatar un NN y demostrar así un buen comportamiento. Don Francisco Luis Mesa, alias “El Pancho”, es el pescador fuera de lo normal de Puerto Berrio. Hace más de 25 años que este hombre recoge cuerpos en el río, para luego enterrarlos y realizar una ceremonia.

Esta situación, bastante macabra a primera vista, deja en efecto huellas impresionantes e inusuales. Pese a estas demostraciones atípicas de generosidad, no podemos olvidar la triste realidad: todos estos muertos han sido víctimas del conflicto colombiano, existente desde hace ya más de 30 años.

Un conflicto violento e ininterrumpido

Desde hace treinta años, los guerrilleros comunistas se han opuesto a los paramilitares de extrema derecha. Los habitantes de poblaciones vecinas, brutalmente agredidas, se encuentran en medio de estas dos partes rivales. La gran mayoría de estos habitantes tiene que huir, dejando todo atrás. Los menos afortunados pierden la vida, y sus cuerpos son botados al río Magdalena. Y sería una ilusión pretender que todos estos cuerpos han sido identificados como víctimas del conflicto colombiano. La prueba de ello: gran parte de éstas no ha sido inscrita en el registro de desaparecidos.
Crédito Mandy Cano Villalobos
Crédito Mandy Cano Villalobos

La colaboración preciosa del gobierno

Durante los últimos años, cada vez más pedidos emergen por parte de las familias de luto, quienes buscan los cuerpos de sus difuntos. Frente a estos pedidos, el gobierno y el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, desplegaron más medios. En efecto, el jefe de Estado dio su apoyo a los servicios de búsqueda, gracias a quienes cerca de 100 000 cadáveres han podido ser identificados. Cada día crece el número de oficiales y médicos forenses movilizados, tanto para contactar a las familias como para determinar la causa de las muertes.

En cuanto a las personas exiladas, el gobierno intenta indemnizar de la mejor manera a las víctimas, otorgándoles compensaciones por las hectáreas que les fueron robadas. Pero una cosa es segura: el gobierno actúa de manera a acabar con el conflicto colombiano, el cual se debilita con el pasar de los años, pero sigue estando presente.

El apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja

Chaín, sepulturero de la localidad de Bocas de Satinga, recoge – al igual que “El Pancho” de Puerto Berrio – los cuerpos flotantes del río. Sin embargo, Chaín y sus actos tienen algo en particular. Todos los cuerpos no identificados que recoge, los entierra en un lugar preciso del cementerio de su pueblo, y materializa con precisión y cuidado la ubicación exacta de las tumbas de los NN. De tal manera, una placa de cemento, en la cual figuran todas las informaciones encontradas, es instalada sobre todas y cada una de las sepulturas, con el fin de facilitar las búsquedas de las familias de luto. Esta idea ingeniosa proviene del Comité regional de la Cruz Roja, que cuenta con Chaín para poner estas placas.

Sin embargo, y pese a esta primera medida, el CICR no va a detenerse ahí. Su objetivo actual es traer médicos forenses que realicen la exhumación y la identificación de los cuerpos. Además, con el fin de facilitar las búsquedas de huellas digitales y los análisis que permitirían identificar los cuerpos, la CICR está invirtiendo igualmente en la renovación de la morgue de Bocas de Satinga y en la construcción de cámaras frías para los NN.

Notez