Si bien es cierto que algunos de estos países no tienen por qué figurar dentro de los libros de historia (ya que el vínculo que mantenemos con ellos es cercano a nulo), cabe destacar que esta curva tradicional del “no saber” seguramente tomará un giro radical ante las nuevas tendencias económicas mundiales. Es cuestión de tiempo. Debido a que éste pasa demasiado rápido, surge el interés por visitar uno de estos países, de los cuales en realidad, en su totalidad, podríamos contar con una sola de nuestras manos y aun así, quedarían nuestros dedos esperando unirse a la lista (sobrarían).
El aeropuerto de Yangon, capital de Birmania, parece ser controlado de manera omnipotente por algún personaje superior que supervisa a cualquiera que salga del reglamento impuesto por la junta militar. La funcionaria de aduanas, que en realidad parece más una general, inspecciona cínicamente, como si tratase de averiguar cuáles son los planes de los pocos turistas para derrocar al régimen militar. El pavimento de las calles parece ser alguna trampa para muertes crueles, el Internet funciona raramente cuando se logra encontrar uno, una tarjeta SIM para el celular cuesta en promedio más de 100 dólares (sí, sólo la tarjeta) y las plantas de servicio de luz en la capital parecen cansarse de tanto trabajo tan sólo unas horas después del amanecer, decidiendo ahorrar energía para la mañana siguiente. La época de monzones enfatiza la poca infraestructura del lugar y de momento, mejor ahorrarse la situación del respeto a los derechos humanos.
Excolonia británica y antigua región anexada a la India, Birmania es hoy por hoy un país de extrema desigualdad, donde el control político pocas veces deja cabos sueltos. Un país en el cual perdura el régimen militar más longevo de la historia moderna.
Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, se convirtió desde hace ya más de 20 años en la principal figura de lucha y de oposición al gobierno actual. Siguiendo los pasos de su padre, quién lucho contra el Imperio británico por la independencia de su país, Suu Kyi ha sufrido permanentes arrestos domiciliarios al igual que continuas trabas hacia el movimiento que viene hasta hoy en día, vívidamente representando.
Birmania sigue siendo considerado él segundo país más inhóspito para las tendencias mundiales de la globalización, por lo tanto, al mundo occidental que acostumbramos. Aquí no figuran los grandes anuncios de Walmart, McDonald's o de otras multinacionales como lo hacen desde hace décadas en las calles de la Ciudad de México, Sídney o París. La empresa Coca - Cola Company recientemente instaló su primera fábrica de producción, dejando a Corea del Norte como el único estado en el mundo en no beneficiarse (término a cuestionar según principios del lector) del servicio de aguas y gaseosas. Hasta hace un par de años, los coches sólo pertenecían a los más altos políticos.
Este panorama ha comenzado a cambiar drásticamente debido a la decisión del gobierno de abrir sus puertas al mercado mundial. ¿Qué efecto y qué interés para nosotros ? Probablemente ninguno, pero en los próximos años Birmania saldrá de la sombra, estará drásticamente presente en medios internacionales, y por lo tanto, al final, en nuestras vidas. El rol político y económico del 4o país con mayor extensión territorial del Sureste asiático, tan sólo después de China, India e Indonesia, será primordial, especialmente como intermediario entre sus dos vecinos, los indios y los chinos.
En la capital Yangon, la Dra Lwin Lwin es testigo de los cambios sufridos y por venir. Doctora en energía nuclear y presidenta de la organización IGreen, Lwin Lwin trabaja hoy en día arduamente por los derechos ambientales que su gobierno constantemente se dedica a ignorar. La creación de su ONG es reciente. Lwin Lwin engloba la situación al
expresar que ‘hace un par de años resultaba imposible trabajar debido a la opresión, uno iba a la cárcel inmediatamente sólo por cuestionar los métodos gubernamentales. No podíamos ni pensar en crear nuestra propia organización para defender el patrimonio de todos’.
Hoy el gobierno parece haberse ablandado debido al éxito internacional de Aung San Suu Kyi pero aún así, 'el gobierno no está dispuesto a discutir con la sociedad civil. Personalmente, me dediqué durante muchos años a
enseñar educación ambiental a los niños de mi país, pero un día vinieron los del gobierno a decirme que tenía prohibido seguir. Tuve que dejar las escuelas públicas y decidí buscar otros sitios para continuar. Acabé enseñando en templos budistas y en mi casa. Las situaciones ambientales y políticas siempre van de la mano...'.
El país está encerrado entre dos gigantes que buscan nuevos territorios y recursos para desenvolverse. En 2008, China tenía invertido 1 billón de dólares en Birmania. En 2011, tan sólo 3 años mas tarde, éste incrementó sus gastos a un total de 14 billones de dólares convirtiéndolo en el primer inversionista. India se ha convertido en su competencia número uno en los últimos años, no sin mencionar a Tailandia, el poderoso vecino del sur. Los recursos nacionales birmanos son enormes y todavía hay muchos por explorar. El 70% de la producción global de teca, “la madre de las maderas”, única y valorada en todo el mundo, proviene de las selvas que bordean la frontera con Tailandia. El rubí birmano representa el 90% de las ventas mundiales.
La pelea por el gas y el petróleo es impresionante, al igual que la minería. Compañías chinas controlan casi todas las minas del país, aunque claro, en papel, la empresa estatal Myanmar Economic Cooperation (MEC por sus siglas en inglés) asume las responsabilidades. Esta misma empresa, con el apoyo del gobierno militar, se dedica a desalojar a gente que se encuentre en el camino de las riquezas. La doctora Lwin Lwin actualmente lucha por lograr que la
compañía china Wonn Paung Co, junto con la MEC, no violen los derechos de los locales en uno de los nuevos proyectos mineros en el sur del país ; 'Peleamos para que la gente conozca las intenciones por las cuáles los están desalojando de sus tierras. Que los recompensen merecidamente por la pérdida de tierras que fueron recuperadas
del colonialismo británico durante la independencia, tierras fértiles que pertenecieron a sus padres y abuelos y que en un futuro pertenecerán a sus hijos, no a empresas extranjeras. En nuestro país, todas las decisiones son tomadas por el gobierno birmano, claramente bajo influencia de grandes multinacionales. Todo esto es nuevo para
nosotros...'
En 2011, Wikileaks liberó cables que ponían a Estados Unidos nuevamente bajo la lupa internacional, esta vez oponiéndose a uno de los proyectos más importantes de todo el sureste asiático, la central hidroeléctrica en el río Irrawaddy, el más importante del país. Financiada con dinero chino, la central beneficiaría con más del 75% de toda la energía producida no a Birmania, productor local, sino a China. Esto causó grandes conflictos en la región, donde la guerrilla local fue sorpresivamente apoyada con dinero estadounidense. El cómo hicieron esto sigue siendo poco claro (armas, incentivos...). El objetivo, al contrario, es evidente. No dejar que una de las nuevas piezas fundamentales de la geopolítica mundial cayese tan fácilmente en manos de los históricos rivales. Junto con esto, Obama recientemente decidió reducir la intensidad del embargo comercial que mantuvo durante años contra Birmania bajo el argumento (o la excusa) de que el país iba en el camino correcto para el cambio democrático. No sería inesperado ver a Rusia entrar en el juego un día de estos, si no es que ya lo está jugando.
Si esto bien puede no persuadir lo suficiente, el caso de este país es uno que vale la pena escuchar y uno que vale la pena seguir. Un lugar casi secreto, lleno de misterio y oculto por la densa selva por la cual se aventuraron George Orwell y Rudyard Kipling. Un lugar que hoy, por decisión y por circunstancias, sale a la luz. El nuevo campo de batalla para aquellos que buscan la supervivencia a través de la hegemonía.
“Esto es Birmania”, escribió Kipling. “Es una tierra totalmente diferente de cualquier otra que conozcas”. Poco más de cien años después, resulta difícil mejorar su descripción. Birmania sigue siendo un lugar fuera de este mundo.