Este año se preparará la segunda elección legislativa de este siglo. La premio Nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, espera ser elegida como presidenta. Se anuncia que las elecciones del 2015 serán las más libres que el país ha conocido. Sin embargo, la candidatura de Suu Kyi corre peligro, pues la constitución birmana actual dispone que a un ciudadano birmano que esté casado con un extranjero, o que tenga hijos extranjeros, se le prohibirá el acceso a la presidencia. Aung San Suu Kyi estuvo casada con un ciudadano británico, hoy fallecido, y tuvo hijos con él. Hay solicitudes pendientes para modificar la constitución, pero nada es seguro aún. La revisión tendría que ser aceptada por 75% del parlamento.
La voluntad de erradicar a la población musulmana
En Birmania, los extranjeros son una fuente de conflictos internos importantes. El país cuenta con más de un centenar de subgrupos de poblaciones originarias de una decena de etnias. La mayoría de estos grupos estaba en conflictos violentos con el gobierno. Pero en 2013 se realizaron negociaciones para cesar el fuego.
Aun así, los rohingyas, la etnia más perseguida del mundo según la ONU, no han beneficiado de esta tregua. Los rohingyas son la minoría musulmana de Birmania, representan 4% de su población total. En los años 1990, el ejército los forzaba a dirigirse a la frontera, organizaba arrestos y desplazamientos forzados. Por consiguiente, hoy en día los musulmanes están concentrados en algunas ciudades del estado de Rakhine. Desde 1982, fecha en la que Birmania les retiró la nacionalidad, los rohingyas son apátridas, no existen.
Ashin Wirathu, el líder del grupo 969, una organización budista comprometida contra los musulmanes, considera a los Rohingyas como “una amenaza para la identidad birmana y la moral budista”.
Califica el islam de “religión de ladrones”. Por todo el país se distribuyen folletos y CDs anti musulmanes. Human Rights Watch denuncia “una campaña de limpieza étnica en contra de los musulmanes desde 2012”.
Phil Robertson, subdirector de la división Asia de Human Rights Watch, dice en su reporte: “el gobierno birmano ha sostenido una campaña de limpieza étnica que continúa hoy en día a través del rechazo del acceso a la ayuda humanitaria y la imposición de restricciones a su libertad de circulación”.
El peso de la información y los problemas de desinformación en Occidente
Según la periodista Sophie Ansel, Occidente tiene un papel por hacer. Por lo demás, organizaciones como Human Rights Watch o Avaaz están muy implicadas. Son ellas las que relatan los hechos, los toques de queda impuestos a los rohingyas y cómo el ejército les impide acceder a la ayuda alimentaria.
La Avaaz denuncia “factores que presagian un genocidio”, ya que “en 2012 hubo más de 200 muertos y más de 140.000 personas desplazadas”. Barack Obama hizo un discurso sobre las condiciones de los musulmanes en Birmania y, desafortunadamente, decenas de casas de rohingyas fueron quemadas en represalia.
El presidente Thein Sein considera que la solución es expulsarlos hacia “cualquier país tercero que los acepte”. Sin embargo, la llegada masiva de rohingyas exacerba también a los países vecinos, los cuales han cerrado sus fronteras. Malasia es el único que parece dispuesto a ayudarlos, pero es un país difícil de acceso. Human Rights Watch ha pedido que Birmania acepte “una investigación por parte de una comisión internacional independiente sobre los crímenes contra la humanidad en el estado de Arakan”.