Riga : una ciudad de contrastes

Jean-Baptiste Roncari, traducido por Fanny Lutaud
15 Novembre 2015


Se podría pensar que hablar de contrastes cuando se evoca una capital es algo lógico. En efecto, cada capital contiene su conjunto de disparidades. ¿Entonces, por qué Riga? Porque en la capital letona, el contraste es algo más que una palabra que se coloca sobre la realidad de las cosas. Es la ciudad en sí misma que, con su historia, arquitectura y organización, nos impone dicha palabra como una evidencia. Por lo tanto es difícil e incluso imposible, hablar de esta ciudad báltica sin poner de relieve los claroscuros que la componen.


Vista desde la calle Satekles. Crédito DR
Al llegar al centro de Riga por la calle Satekles, levantamos los ojos instintivamente hacia la inmensa valla publicitaria animada como en Nueva York y hacia la grande y moderna torre-reloj coronada por la palabra “Riga”. Al pie de esta torre se nota la existencia de otro edificio igualmente moderno que se extiende a lo largo de toda la calle. La fachada está compuesta de espejos y de un material parecido a la textura de la madera. La palabra Origo aparece por encima de cada entrada, en letras azules y en una escritura redondeada. Origo es el nombre de un centro comercial que agrupa un cine, un supermercado y varias tiendas especializadas. Bienvenido a la nueva Riga, término que se utiliza para designar las construcciones realizadas después de la independencia en 1991.

La influencia soviética o el antimodelo

La antigua Riga, que haría referencia a las construcciones que se hicieron durante la ocupación soviética de 1944 a 1991, tiene un aspecto muy diferente. Aunque majestuosas, las iglesias ortodoxas representan una excepción con respecto a la arquitectura en la periferia de la ciudad. Cuanto más nos alejamos del centro histórico, las construcciones que vemos son más similares a las tradicionales viviendas sociales de Rusia. . Calles como la de Bruninieku están simplemente encuadradas por dichos bloques, poco elevados pero de aspecto deprimente desde el exterior. Al contrario, en la nueva Riga prevalecen los edificios elevados que rascan los cielos. Esta parte de la ciudad está en construcción y se ha apropiado los códigos arquitecturales occidentales, que privilegian la altura en vez de la longitud. Por tanto, el rascacielos más alto de la ciudad, un banco de 121 metros, se ubica en esta zona.

A estos contrastes arquitecturales, se añade un contraste lingüístico, aquel del ruso y del letón. El ruso se escribe con el alfabeto cirílico mientras que el letón utiliza el alfabeto latino. Este último siempre fue el vector de la identidad letona a través de las diferentes ocupaciones sufridas por el país. Desde la independencia en 1991, Letonia pide que se hable letón para obtener la ciudadanía, que es indispensable para ejercer el derecho al voto. Así, los rusos que se instalaron en Letonia durante la ocupación soviética y que, hoy no saben hablar letón, se quedan apátridas y no pueden votar. En Letonia, esta minoría representa más del 12% de la población y es fuertemente apoyada por Vladimir Putin. En las calles de Riga, hablar ruso con un comerciante a veces no se ve con buenos ojos, aunque la gran mayoría de los letones entienden y saben hablar dicha lengua. Ciertas discotecas como La Rocca (en la calle Brivibas) se consideran más como discotecas “rusas” que “letonas”. El sitio Internet de La Rocca incluso reivindica su cuadrado rojo como “la pista de baile rusa más popular de la ciudad”, escribiendo al mismo tiempo en ruso en su página Facebook.

Orgullo Gay en Riga, junio del 2015. Crédito Julija Stancevičiūtė
En Riga, la discrepancia lingüística letón-ruso acarrea entonces contrastes más o menos fuertes. Por supuesto, no hay que considerar esto desde un punto de vista maniqueo. Los rusohablantes y los letones no están en guerra en la ciudad. Sin embargo, a veces ciertas tensiones se hacen sentir cuando se habla de política, ideología e incluso de ética. Aunque ZbigņevsStankevičs, el arzobispo de Riga, decretó en octubre del 2014 que “las relaciones homosexuales son contra natura”, esto no impidió que la capital acogiera al Europride este verano. Se podía temer una catástrofe cuando se recuerda al Orgullo Gay de Riga de 2006, que había presenciado protestas violentas: los participantes habían sido víctimas de disparos de huevos y excrementos humanos. Sin embargo, parece que los comportamientos han ido cambiando puesto que este año no se registró ningún accidente.

En realidad, la discrepancia también puede explicarse desde la perspectiva generacional. Hasta  1999, la UniónSoviética consideraba la homosexualidad como una enfermedad. Territorio soviético hasta 1990, Letonia era entonces partidaria de dicho postulado hasta su independencia. Es solo después de 1990 que los niños nacidos en el territorio letón pudieron crecer sin estar influidos por este postulado autoritario. Esta generación parece ser menos reticente que sus padres con respecto a la evolución de los comportamientos. En 2015, cuando Rusia votaba una ley que prohibía a los transexuales conducir, el EuroPride en Riga tenía un enorme éxito.

Riqueza y pobreza

Más allá de las discrepancias ideológicas, en Riga la riqueza y la miseria también se mezclan. Hay mendigos, turistas y también modelos. En efecto, la ciudad es conocida por sus guapas mujeres y sus agencias de modelaje. Pero al lado de las modelos rubias que juegan a las equilibristas con sus tacones altos, todavía hay numerosos mendigos. Estos mendigan en las calles más turísticas de la antigua ciudad. A pesar de que el turismo es más importante cada año y ayuda económicamente al país, este no es suficiente para erradicar la pobreza. Habitualmente, los turistas más jóvenes se alojan en albergues juveniles o, si quieren y pueden, en hoteles. El RadissonBlu Hotel es uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Este rascacielos propone todos los servicios para asegurar a los turistas más ricos una estancia agradable, particularmente con un bar y una discoteca en el último piso con una de las vistas más bellas de la ciudad. Una calidad impresionante, pero muy pocos letones podrían alojarse en este hotel. En 2014, por término medio, el salario bruto mensual en Letonia era de 768€, mientras la habitación menos cara del RadissonBlu Hotel en temporada baja es de 199€ por noche, servicios incluidos. Lo anterior, ayuda en la economía de la ciudad, pero no resuelve las causas persistentes de pobreza.

El hotel de lujo RadissonBlu en Riga. Crédito latvianchamber.co.uk
Se encuentra de nuevo este contraste entre miseria y riqueza en la arquitectura, de tal manera que Riga parece estar organizada según una lógica concéntrica. En el corazón de la ciudad, se encuentra primero el centro histórico que atrae a los turistas con la belleza de su arquitectura de tipo modernista. A medida que nos alejamos de este centro turístico, los edificios pierden su encanto y sus colores. Se trata principalmente de viviendas sociales y de servicios de proximidad. Aún más allá, la ciudad desaparece y las viviendas forman barrios. Sólo los edificios religiosos y los parques alegran estos paisajes urbanos postsoviéticos un tanto sombríos. A pesar de todo, los barrios son menos compactos y menos asfixiantes que los de Paris o Nápoles.

Naturaleza y civilización

Entre los numerosos contrastes de la ciudad, unos son de origen natural. La ubicación geográfica de Riga es responsable de un clima contrastado. País continental y húmedo sin estación seca, las temperaturas son muy bajas en invierno (-5°C hasta -20°C) y no muy elevadas en verano (18°C hasta 25°C).¡ Mientras que en invierno el sol se pone a las 4 de la tarde para levantarse a las 10 de la mañana , en verano casi no se pone! De noche siempre se nota un ligero ribete azul oscuro. El sol sólo desaparece alrededor de las 11 de la noche, para reaparecer casi de inmediato a las 4 de la mañana. El contraste es por lo tanto sobrecogedor.

De todas formas, la naturaleza ocupa un lugar importante en el corazón de los letones. Se celebra oficialmente el solsticio de verano como el de invierno. La ciudad en sí está dividida en dos por el imponente río Daugava. Con una longitud total de 1020 kilómetros, el río nace en Rusia en la región de Andreapoly, después de una desviación por Bielorrusia, atraviesa Riga y desemboca en el mar Báltico. El río es el tema de numerosos dainas, los poemas folclóricos letones. Este separa específicamente la antigua ciudad de Kipsala, donde se construyen los edificios más impresionantes, de la nueva Riga. Cada orilla posee su propia identidad.

Proyección a cielo abierto durante el Riga City Festival 2014. Crédito screencitylab.net
Finalmente, en el centro de la ciudad, es difícil enumerar los espacios verdes y otros jardines públicos. Entre los más populares, se pueden citar la Esplanada, el parque Vermanes, Mezaparks, el paseo a lo largo del canal Pilsetas, el parque de la victoria o también el jardín botánico de la Universidad de Letonia. Estos jardines son como burbujas de aire en el urbanismo de la ciudad. Allí se encuentran juegos para niños, animaciones, obras de arte, eventos culturales, etc. Cuando el sol estival decide mostrarse, los habitantes de Riga se echan en la hierba, gozando de un momento de naturaleza. Sin embargo, si se escucha bien, el barullo de la ciudad sigue siempre ahí.