Moscú, una ciudad detenida en el tiempo

Juliette Lissandre, traducido por María Alejandra Paixão
17 Septembre 2015


Moscú es la ciudad de las mil riquezas, y desde la caída del comunismo, parece haberse detenido en el tiempo. Con su arquitectura titánica y su política estancada, Moscú sigue siendo, sin embargo, la puerta de entrada a Rusia. Inmersión en la capital rusa, bloqueada en el año 1945.


Catedral de San Basilio en la Plaza Roja de Moscú. Crédito: Pauline Martin
Cuando se llega a Moscú, la primera impresión es la de una mega ciudad. Edificios inmensos e impresionantes demuestran la gloria de la Rusia de antaño. En medio de tantos gigantes de cemento – testigo de un comunismo sin alma – se encuentran las maravillas arquitecturales. El Kremlin y la Plaza Roja son, por ejemplo, los únicos rescatados de la destrucción comunista. El modernismo parece no encontrar su lugar en la capital rusa. En lugar de este, se ven grandes bloques con ventanas impecablemente alineadas e idénticas, lo que deja a la imaginación unos apartamentos idénticos. A medida que avanza la visita, se tiene aún más la impresión de ser testigos del nivel de exageración de Stalin que aún persiste.

El sentimiento de inseguridad es constante, por ejemplo, con la omnipresencia de la policía en las calles de la capital. Moscú es una ciudad que aún esconde la pobreza a ojos de todos. Cuanto más nos adentramos en la ciudad, más encontramos edificios vetustos, inhabitados y con ventanas rotas. Muchas de los Moskvitch, los automóviles reglamentarios comunistas, aún se ven en las calles, lo que refuerza las discrepancias entre la riqueza extrema y la pobreza extrema que forman parte del ambiente de la ciudad. La arquitectura rusa no es el único testigo de las dificultades que enfrenta el país para adaptarse a la época de hoy.

El presidente todopoderoso

Una vieja Moskovitch. Crédito: Juliette Lissandre
En el 2012, Vladimir Putin es elegido presidente por sufragio universal, con 63% de los escaños en la primera vuelta. Desde entonces, el presidente juega un rol de todopoderoso. Comandante del ejército, Putin se encarga de dirigir su propio gobierno. Él nombra a todos los responsables judiciarios, así como al procurador. También tiene el poder de votar las leyes sin previo acuerdo de las cámaras, y tiene un derecho de veto en cuanto a las leyes del Parlamento. En caso de desacuerdo con el presidente, lo único que el Parlamento puede hacer es llevar a cabo un proceso de destitución, pero dicho proceso tan largo nunca ha sucedido. Así, el presidente ruso tiene el poder tanto ejecutivo como legislativo.

Sin embargo, así brille en el ámbito internacional, gracias por ejemplo a sus acciones en Ucrania para recuperar Crimea, Putin ignora los derechos de sus ciudadanos. La libertad de expresión, reducida al mínimo, es un vivo ejemplo: el internet no se escapa de la vigilancia. Facebook y Youtube, por ejemplo, están bajo estricta reglamentación (1). Putin, hijo del KGB, reivindica un régimen democrático conforme a lo que consta en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, este gigantesco país está dividido y los derechos a la propiedad intelectual y material no son respetados.

Edifico vetusto en un barrio al occidente de Moscú. Crédito: Juliette Lissandre
Algunas minoridades regionales reivindican su independencia, como los Mariis y los Tatarstan. Es difícil poder controlar todo cuando todo el poder y las instituciones se encuentran en Moscú.

Moscú, ciudad de corrupción

Rascacielos estalinista. Crédito: Juliette Lissandre
Aquellos que tienen menos dinero son los que van a la cárcel. La legislación rusa no es tomada en serio y pese a los esfuerzos que realiza Putin para democratizar a su país, cada quien vive de acuerdo a sus propias reglas. Hay muchas reglas y no se aplican de manera estricta. Es el caso de la ley de protección de la propiedad intelectual, la cual permite autenticar un producto como siendo “verdadero”. Sin embargo, hoy en día y debido al tamaño de la nación rusa, los controles son muy difíciles. Los tribunales están influenciados en gran parte por el mismo gobierno por un lado, y por la Mafia por el otro. Según algunas estimaciones, entre el 30% al 50% de los actuales ingresos de la mafia pagan los sobornos de altos responsables fiscales, de la milicia, de la justicia e incluso del gobierno. Así, la corrupción forma una entidad completamente separada del sistema judicial, económico y político ruso, cuyo poder se divide entre Putin y la mafia.

Las muñecas rusas del Mercado Ismailovo. Crédito: Juliette Lissandre
Moscú sigue siendo una ciudad cuyo momento de gloria tuvo lugar antes de la Guerra Fría. El poder de la ciudad se siente en cada una de las construcciones e instituciones. Sin embargo, los sistemas político, jurídico y geopolítico reflejan un país al que le es difícil avanzar, y que por lo tanto se queda con lo que ya tiene. Esta majestuosa ciudad, muy poco conocida por los turistas, tiene muchas riquezas a ofrecer.

(1) Facebook y Youtube no han sido eliminados, pero están bajo estricta reglamentación.