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Tabaré no es cualquier hombre del paisaje político uruguayo y no es ningún principiante en el ámbito. El ex-presidente dirigió el país entre el 2005 y el 2010 y constituía un símbolo fuerte con su posición de jefe de Estado de la izquierda. Cuando dejó la presidencia, a causa de la ley que prohíbe dos mandatos consecutivos, Tabaré regresó a una vida normal, con una tasa de popularidad de más del 60%.
El socialista que procede de una familia obrera tiene hoy en día 74 años, y es cancerólogo y francmasón. Por eso, constituye el claro ejemplo de la ascensión social de la época pre-dictatorial. Al principio camarero y luego carpintero, se orienta después en los estudios de medicina, y ocupa al mismo tiempo un trabajo administrativo. Obtiene su diploma en 1969 con una especialización en oncología, y continúa sus estudios en Francia. Tabaré Vázquez regresa siendo médico, profesor y empresario. Unos años más tarde, durante su mandato presidencial, sigue ejerciendo su profesión de médico. Esta vez, Tabaré anunció que iba a poner de lado su profesión de médico para concentrarse más en su puesto de Presidente de la República.
Durante diez años, Tabaré dirigió un pequeño club de fútbol, El Progreso, antes de integrarse de manera clandestina en el Partido Socialista al fin de la dictadura (1973-1995). Este hombre franco, directo y carismático había sido electo en 1989 cómo primer alcalde de izquierda de Montevideo, la capital del país, que cuenta con la mitad de la población con 1,4 millones de habitantes.
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Presidente entre el 2005 y el 2010, Tabaré marcó a la población con reformas importantes en los ámbitos de la educación, la fiscalidad y la salud. Tabaré fue el fundador del Plan Ceibal, un plan de emergencia social que provee un ordenador a todos los alumnos y que fue instaurado durante la grave crisis económica de 2001-2002. Se le debe también las severas leyes de antitabaco que fueron probablemente influidas por su perfil de cancerólogo. Consiguió, por ejemplo, infligirle un juicio a la compañía de tabaco Philip Morris.
¿Cuáles son los desafíos para Tabaré?
El primer desafío al que tendrá que enfrentarse el recién elegido es económico. Hoy, el contexto es muy diferente al del 2005, cuándo el país salía de la crisis económica más importante de su historia. Actualmente, el país se encuentra en la recta final de sus diez años de prosperidad económica. La palabra “final” está obviamente de más, puesto a que se trata más bien de una disminución de la actividad económica y que la tasa de paro se mantiene estable (6,2 % en septiembre del 2014). Sin embargo, esta disminución que afecta a toda la región va a dar lugar a una política de rigor necesaria, con el fin de reducir la inflación y el déficit presupuestario en aumento provocados por esta disminución.
El segundo desafío importante es social. Durante el discurso que hizo después de su elección, Tabaré prometió organizar “un gran encuentro nacional para los temas que importan a los uruguayos como el económico, sociales, políticos”, y más precisamente acerca de la seguridad, la infraestructura y la educación, tres temas importantes de la campaña.
Finalmente, el tercer gran desafío es hacer frente a todos los ciudadanos del país. Los uruguayos tienen una historia política muy bipartida, el Partido Blanco contra el Partido Colorado los cuales se dividen en dos campos bastante netos. Muy a menudo, los “ellos contra nosotros” o los “malos contra los buenos” aparecen en los discursos políticos, lo cual cansa a la población, que quiere un líder capaz de mostrar consenso.
¿Qué tipo de Pepe será Tabaré?
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A pesar de la excelente popularidad de la que beneficiaba Tabaré al final de su precedente mandato presidencial, su regreso en el mundo de la política parece complicado, por la simple razón de que llega justo después de la estrella nacional, regional y mundial de la política, el famoso Pepe Mujica.
En primer lugar, existe la dificultad de llegar después de un personaje atípico quien divide a la población. ¿Quién no conoce al único presidente del mundo quien se negó a beneficiarse de todos los privilegios acordados a un Presidente de la República (residencia, coche, sueldo)? ¿Quién no conoce al único presidente del mundo quien vive en una granja, lejos de su capital? ¿Quién no conoce al único presidente del mundo quien se viste de manera humilde, quizá casi ridícula, aunque sea en un congreso de la ONU? Este hombre, al que algunos respetan mientras otros se burlan de él, fascina o deja indiferente a la gente, pero es conocido por (casi) todos. Puede que Tabaré aburra a la gente con su estilo directo y clásico, su seriedad y su impasibilidad. A lo mejor fue para imitar al antiguo guerrero Tupamaro que el nuevo presidente anunció durante su campaña que se quedará a vivir en su residencia privada de Montevideo, para dedicarse a “su ocio favorito con sus amigos”, la pesca, así como aprovechar de la mejor forma posible su gran familia. Casado desde hace cincuenta y nueve años, Tabaré Vázquez es el padre de cuatro hijos y el abuelo de once nietos.
Pero sobre todo, como será preceder a un hombre con ambiciones políticas y sociales de vanguardia sobre el continente (quizá en el mundo entero), quien consiguió que leyes como la del aborto, del matrimonio homosexual y de la marihuana fueran aceptadas. Además, el pueblo uruguayo fue testigo de como la primera oposición a la ley sobre el aborto fue el veto de Tabaré, y que éste último siempre se pronunció en contra de la ley sobre la marihuana y todavía quiere su abrogación.
Por lo tanto, la pregunta es saber si, a pesar de tener orientaciones políticas similares y pertenecer al mismo partido, Tabaré Vázquez seguirá sus antiguas directrices hasta el punto de romper con la política de Pepe, o si cambiará su estilo con el fin de preservar la política del hombre a quien precede.