“Dry January”, el consejo de salud que se convirtió en un fenómeno de Internet

Solweig Ogereau, traducido por Melina Arellano
4 Février 2015


El 31 de diciembre es en general una ocasión para beber alcohol. Mucho alcohol. Desde hace algunos años se ha desarrollado un concepto en el Reino Unido: el “Dry January” o “Enero Seco”. La idea es no tomar ni una gota de alcohol durante todo el mes de enero, para compensar con la cantidad memorable (o no, dicho sea de paso) que se ingurgitó la noche del 31 de diciembre anterior, y durante las vacaciones de Navidad en su totalidad. La idea fue retomada después por asociaciones caritativas y acabó siendo uno más de los fenómenos de Internet que invaden la red desde hace algún tiempo.


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El Dry January es un concepto iniciado por una asociación de lucha contra el alcoholismo, Alcohol concern (o por lo menos eso es lo que reivindica), y apoyado por los servicios de salud pública de Inglaterra. La cultura británica del “binge drinking” ya no es un secreto: esta práctica, que consiste en tomar una gran cantidad de alcohol en un corto lapso de tiempo para emborracharse más rápidamente, se ha ido propagando y es particularmente visible en Inglaterra. Allí los jóvenes beben un chupito tras otro en las barras tanto de los bares como de las discotecas, sobre todo en las ciudades con un gran número de estudiantes. En particular, durante la “Fresher’s Week” o semana de integración, las noches se transforman rápidamente en eventos de alcoholización desenfrenada. Se considera a menudo que este fenómeno social, denunciado por numerosas organizaciones, traduce el malestar profundo de una generación perdida en medio de un mundo que se le escapa, donde el futuro ya no le pertenece a causa de la crisis económica que hace imposible encontrar un trabajo, un mundo donde los valores como la familia o el matrimonio han perdido su significado.

Lo que es seguro, es que el último estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, publicado en el diario Telegraph, no contiene buenas noticias. En él se define el “binge drinking” como el consumo de más de seis unidades de alcohol en cadena. Y los resultados son impresionantes: el 28% de los británicos encuestados declararon haber participado en este tipo de prácticas durante el mes precedente, es decir casi el doble de la media mundial (16%), lo cual coloca al país en el 13º lugar de 196 – delante de países como Estonia (23.3%), Ucrania (22.6%), Hungría (26.3), e incluso Rusia (19.1%). Los países más afectados son Austria (40.5%), República Checa (39.9%) y Lituania (36.6%). Sin embargo, cabe destacar que el 29.4% de los franceses sondeados también se ven involucrados en esta práctica. Asimismo, en términos de consumo global de alcohol, Gran Bretaña se encuentra entre los 25 países más afectados, con un consumo medio de 11.6 litros al año por un sujeto de más de 15 años, es decir casi el doble de los 6.2 litros consumidos en promedio por los países encuestados. Los países en los primeros lugares son, sin sorpresa, Bielorrusia (17.5 l), Moldavia (16.8 l), Lituania una vez más (15.4 l) y Rusia (15.1 l). De nuevo, Francia se destaca con un promedio de 12.2 litros consumidos, lo cual no es nada sorprendente si se toma en consideración la tradición francesa de acompañar las comidas con vino.

Aunque es verdad que en general se asocia el “binge drinking” con la “lad culture” del Reino Unido, es un punto de vista demasiado restrictivo si se analizan más de cerca las cifras. ¿Qué es la “lad culture”? Se trata de una representación estereotipada de los chicos, que los caracteriza como supuestamente “viriles”, es decir adeptos de los deportes (de futbol en particular, aunque en las universidades británicas el rugby es más popular y está igualmente afectado), del alcohol (sobre todo en grandes cantidades), de las chicas guapas y del sexo, así como de los chistes sexistas. En realidad, según este mismo estudio, el 35.5% de los hombres y el 20.9% de las mujeres han practicado el “binge drinking” al menos una vez durante el mes pasado. En total, el 44% de las chicas de 15 años y el 39% de los chicos de la misma edad admitieron haber estado borrachos al menos dos veces.

Según una encuesta de la European School Survey Project on Alcohol and Other Drugs (ESPAD), hecha en 35 países y revelada por la BBC, el 26% de los chicos de 15-16 años y el 29% de las chicas, han incurrido en el “binge drinking”, que se define aquí como el consumo de cinco bebidas alcohólicas una tras otra, al menos tres veces en el curso del mes anterior. Finalmente, la situación es a la inversa de lo que se pensaba: Se estima que las chicas son más propensas al consumo excesivo de alcohol que los chicos, mientras que en el año 1999 otro estudio indicaba que esta práctica concernía el 33% de los chicos y el 27% de las chicas de estas edades.

En vista de las cifras, y en la medida en que el impacto del alcohol sobre la salud es de notoriedad pública o casi hoy en día, no es de sorprender que algunas personas se hayan alarmado y hayan sugerido ideas como las del Dry January. Sus beneficios para la salud han engendrado escépticos: según una investigación del personal del diario New Scientist, a corto plazo permitiría reducir la grasa acumulada en el hígado, la tasa de glucosa presente en la sangre, así como bajar de peso. El sueño y la concentración también se mejorarían. Sin embargo, ningún estudio permite demostrar los beneficios a largo plazo, además de que el riesgo es que se reanude el consumo de alcohol en la misma cantidad al mes siguiente, o incluso en cantidades mayores para “compensar” la abstinencia. Es más, dejar de beber puede provocar que se reduzca el número de salidas sociales, ya sea para evitar las preguntas (pues se puede sospechar rápidamente que las mujeres están embarazadas) o para resistir la tentación. Todo esto hace que muchos critiquen la idea misma del Dry January.

Un nuevo fenómeno de Internet

A pesar de todo, el Dry January ha dado un nuevo giro: ahora uno puede ser patrocinado, a través de sitios de colecta de fondos, para no tomar durante un mes y después donar estos fondos a Cancer Research UK, un centro de investigación y a la vez asociación caritativa de lucha contra el cáncer. Es cierto que este principio no parece una mala idea (después de todo, se trata de un verdadero esfuerzo, para cuidarse a uno y donar a una buena causa), pero también nos hace recordar otros proyectos más controversiales que surgieron de la red  en los últimos años e hicieron mucho ruido: el “Ice Bucket Challenge” por una parte y las “Smartnominations” por otra.

El “Ice Bucket Challenge” es una especie de reto que consiste en echarse encima una cubeta de agua helada, después de haber sido nominado por alguien que ya realizó el desafío. La meta es, por un lado, atraer la atención sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA, también conocida como la enfermedad de Charcot), ya que se debe publicar un video como prueba, y por otro lado colectar fondos para la investigación y el apoyo a los enfermos. La ELA es una enfermedad huérfana, se trata de una “degeneración de las motoneuronas, las células nerviosas que controlan los músculos voluntarios”.

Stephen Hawking, el famoso físico y cosmólogo británico, sufre de esta enfermedad. El reto, llevado a cabo por numerosas personalidades tanto políticas como artísticas (entre otros, George W. Bush y Benedict Cumberbatch), se volvió viral rápidamente y los videos se multiplicaron en las redes sociales. La campaña fue eficaz, se colectaron 41.8 millones de dólares entre el 29 de julio y el 21 de agosto. Aun así, el resultado es discutible. Por supuesto, es innegable que una movilización tan grande por una buena causa induce al optimismo, pero también parece algo ingenuo el detenerse ahí. Primero, como algunos críticos lo denunciaron, es problemático ver que la gente está dispuesta a donar cuando se conducen campañas de este tipo, en las cuales se les llama directamente a donar ya que fueron nominados, mientras que otras asociaciones, en particular contra el paludismo, podrían ayudar a muchas más personas.

Obviamente, donar para la causa de la ELA es una buena acción de gran utilidad, pero también es una lástima que tal entusiasmo sólo sea alcanzado si se organiza este tipo de retos. Por otra parte, no hay que olvidar que las redes sociales son un medio para reflejar la imagen que se quiere dar de uno mismo. Al participar en una prueba de este tipo, uno se presenta bajo una luz favorable, y aunque eso ayude concienciarse de sí mismo y de las personas que siguen la vida cotidiana en Facebook y Twitter, no implica obligatoriamente una contribución financiera: tal vez se trate más, en este caso, de tener una buena conciencia, incluso una buena reputación, más que de luchar contra la enfermedad.

Otro ejemplo que provocó un debate similar es el de las “Smartnominations”. La idea inicial era remedar las “Neknominations”, es decir filmarse bebiendo un vaso de alcohol de un golpe antes de nominar a varias personas que deberán hacerlo después. En cambio, las “Smartnominations” consisten en hacer una buena acción y presentar como prueba un video. Se hicieron varias críticas al respecto: primero, en la medida en que se trata, la mayoría de las veces, de regalar comida a una o varias personas sin techo, se plantea la cuestión del derecho a la imagen, ya que los nominados también filman, a veces, a los destinatarios de su buena acción. En segundo lugar, parece sugerir que la acción es excepcional (quizás puede ser el caso), cuando en realidad debería ser algo común y corriente. Por último, se plantea el mismo debate que con el “Ice Bucket Challenge”: ¿la motivación es realmente la de ayudar al prójimo? ¿O se trata de perfeccionar la imagen de uno mismo?

Así pues, estos retos, que constituyen en general una manera eficaz de colectar dinero para las asociaciones caritativas, hacen surgir algunas preguntas. Es cierto que si llegaran a multiplicarse, su impacto acabaría disminuyendo sin duda, pues perderían mucha visibilidad y la repetición provocaría, desafortunadamente, el aburrimiento del público. Sin embargo, el fenómeno todavía no ha perdido fuerza, como lo evidencia el Dry January, que parece menos discutible: efectivamente, el cáncer es una enfermedad que muchos conocen y afecta a miles de personas, por lo que el gesto parece ser más espontáneo. Es más, si esto permite que la persona involucrada mejore su estilo de vida, aunque sea durante un mes, y done cierta cantidad de dinero, ¡los beneficios son aún mayores!