Rafael Soriano | Credito Photo: Maxence Salendre/ Le Journal International
El señor Soriano ya no es diplomático junior. Después de haberse unido al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, se le mandaron a Bulgaria, Dinamarca, España, y América Latina dónde se encargó de la Cooperación con Paises de América del Sur, eso antes de su llegada en Irlanda.
Sr. Soriano mantiene la idea que la ayuda y el desarollo son las claves del éxito en transformar el mundo en un lugar mejor. Esta pasión que le motivó a unirse con la Agencia Española de Cooperación Internacional, todavía la posee aunque ya no es diplomático junior.
Sr. Soriano mantiene la idea que la ayuda y el desarollo son las claves del éxito en transformar el mundo en un lugar mejor. Esta pasión que le motivó a unirse con la Agencia Española de Cooperación Internacional, todavía la posee aunque ya no es diplomático junior.
JI: Gracias por contestar a nuestras preguntas, Sr. Soriano. ¿Su posición de encargado en la Cooperación con Paises de América del Sur fue de una importancia particular con respecto a su puesto de diplomático español?
RS : A menudo, los diplomáticos se encuentran en una disyuntiva: ser generalista y especialista. Es normal tener que confrontar este problema. Nos formamos en ser generalistas. Para poder entender el proceso total de ayuda internacional en lugares específicos del mundo, y dada la complejidad de las relaciones internacionales de hoy en día, tenemos que ser generalistas. En mi caso, pasaron casí 20 años desde que me uné al servicio diplomático español y me he especializado, hasta un cierto grado, trabajando para la Cooperación con Paises de América del Sur para la Agencia Española de Cooperación Internacional del Desarrollo.
Evidentemente, América Latina es una región importante para España y muchos elementos de tradición explican esa particularidad. Históricamente, compartimos quinientos años de historía. Las historias de España y América Latina no se pueden estudiar por separado; no se podrían entender.
El español nos une de forma cultural y linguistica. Se ha de poner énfasis en el hecho de que existe una comunidad de 500 millón de hispanohablantes.
JI : ¿Hay algún elemento económico o político de mayor importancia?
RS: Desde el punto de vista de la inmigración, quizás usted no sabe que más de 750,000 latinoamericanos dejaron sus países en búsqueda de oportunidades mejores en España a lo largo de los ultimos 20 años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el flujo es bidireccional.
De vez en cuando, el viento está a nuestro favor pero en tiempos de crísis económica, muchos jóvenes en mi país se van en búsqueda de oportunidades en América Latina que actualmente no encuentran en España.
Politica, económica y socialmente, si los dos lados del Atlantico están tan similar no es raro que America Latina sea un lazo esencial para el Ministo de Asuntos Exteriores Español.Cualquiera política exterior es una combinación de valores e intereses, por eso América Latina permancerá una región de comercio importante para nosotros.
RS : A menudo, los diplomáticos se encuentran en una disyuntiva: ser generalista y especialista. Es normal tener que confrontar este problema. Nos formamos en ser generalistas. Para poder entender el proceso total de ayuda internacional en lugares específicos del mundo, y dada la complejidad de las relaciones internacionales de hoy en día, tenemos que ser generalistas. En mi caso, pasaron casí 20 años desde que me uné al servicio diplomático español y me he especializado, hasta un cierto grado, trabajando para la Cooperación con Paises de América del Sur para la Agencia Española de Cooperación Internacional del Desarrollo.
Evidentemente, América Latina es una región importante para España y muchos elementos de tradición explican esa particularidad. Históricamente, compartimos quinientos años de historía. Las historias de España y América Latina no se pueden estudiar por separado; no se podrían entender.
El español nos une de forma cultural y linguistica. Se ha de poner énfasis en el hecho de que existe una comunidad de 500 millón de hispanohablantes.
JI : ¿Hay algún elemento económico o político de mayor importancia?
RS: Desde el punto de vista de la inmigración, quizás usted no sabe que más de 750,000 latinoamericanos dejaron sus países en búsqueda de oportunidades mejores en España a lo largo de los ultimos 20 años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el flujo es bidireccional.
De vez en cuando, el viento está a nuestro favor pero en tiempos de crísis económica, muchos jóvenes en mi país se van en búsqueda de oportunidades en América Latina que actualmente no encuentran en España.
Politica, económica y socialmente, si los dos lados del Atlantico están tan similar no es raro que America Latina sea un lazo esencial para el Ministo de Asuntos Exteriores Español.Cualquiera política exterior es una combinación de valores e intereses, por eso América Latina permancerá una región de comercio importante para nosotros.
JI : ¿Sin embargo, hace 20 años, la ayuda y la cooperación no fueron procesos completamente nuevos para España ?
RS : Personalmente, siempre he pensado que la ayuda fue la mejor manera de ver resultados con las medidas que tomo, es decir la estrategia apropriada para obtener resultados concretos. Cuándo me uné a la AECID hace 20 años, la agencia era nueva (nota del editor: se estableció en 1989). Estábamos en el proceso de aprendizaje de otras experiencias, otros donantes, de nuestro ámbito y también de otros donantes multilaterales.
Aunque España sea un ayudante joven, tenemos una larga historia de negocios e intercambios.
Exactamente dos meses después de que me uné a la agencia, España empezó a cooperar con la AOD (note del editor: Ayuda Oficial al Desarollo, un foro compuesto por algunos miembros selecionados de la OCDE que hablan de las formas de distribuir la ayuda). Ha sido y sigue siendo una de las instituciones más importantes en cuanto al desarollo y el procedimiento para los programas de ayuda eficaces. Fue indicio de que la Agencia Española de Cooperación Internacional crecía.
JI : ¿Crecía para luego volverse en una de las figuras claves en cuanto al éxito de América Latina ?
RS : Cuando había vuelto a España después de mis puestos en Europa y en áfrica del Norte, el país vívia “La Vida Loca”. Nuestra economía florecía y las empresas españolas estaban expandiéndose por todas partes, sobre todo en América Latina. Nuestro programa de ayuda de 2003-2004 no sólo se centro principalmente en el aumento de ayuda para America Latina sino también en la mejoración de la distribución de ésta.
Rercuérdese, he dicho que los asuntos internacionales son un coctél de valores e interés personal; teníamos interés en aquellos lazos pero también habían valores en ellos. Queríamos fortalecer el proceso democrático y ayudar al pueblo en satisfacer sus necesidades sociales.
Un elemento de suma importancia en aquel entonces era de alinear la política española de desarrollo y ayuda con la agenda internacional. Se logró esto a traves de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Con el apoyo de otros paises de la UE pensamos de poder cambiar algo.
El primer asunto fue de dejar claro el objetivo general: la lucha en contra a la pobreza. Eso no significaba que no podía haber colaboración entre los varios ministerios sino que nos hacía falta tener en cuenta esta idea de luchar en contra a la pobreza.
Cuando España entro en la UE en 1986 en Portugal hemos conseguido cambiar la opinión de la Unión Europea con respecto a esta parte del mundo. Desarrollamos un plan maestro que constaba de separar las prioridades en la región. Con la excepción de algunos países como Bolivia o Haití, se suele olvidar de América Latina en cuanto a la agenda internacional. La mayoría de los países latinoamericanos son de clase media o son en vía de desarrollo. Las agencias de ayuda suelen analizar los indicadores macro económicos, entonces no han visto las disparidades que hayan podido crearse dentro de América Latina en sí misma. Los elementos claves de nuestro éxito son mejorar poco a poco e incluir nuestras medidas de acción entre las de la agenda internacional.
RS : Personalmente, siempre he pensado que la ayuda fue la mejor manera de ver resultados con las medidas que tomo, es decir la estrategia apropriada para obtener resultados concretos. Cuándo me uné a la AECID hace 20 años, la agencia era nueva (nota del editor: se estableció en 1989). Estábamos en el proceso de aprendizaje de otras experiencias, otros donantes, de nuestro ámbito y también de otros donantes multilaterales.
Aunque España sea un ayudante joven, tenemos una larga historia de negocios e intercambios.
Exactamente dos meses después de que me uné a la agencia, España empezó a cooperar con la AOD (note del editor: Ayuda Oficial al Desarollo, un foro compuesto por algunos miembros selecionados de la OCDE que hablan de las formas de distribuir la ayuda). Ha sido y sigue siendo una de las instituciones más importantes en cuanto al desarollo y el procedimiento para los programas de ayuda eficaces. Fue indicio de que la Agencia Española de Cooperación Internacional crecía.
JI : ¿Crecía para luego volverse en una de las figuras claves en cuanto al éxito de América Latina ?
RS : Cuando había vuelto a España después de mis puestos en Europa y en áfrica del Norte, el país vívia “La Vida Loca”. Nuestra economía florecía y las empresas españolas estaban expandiéndose por todas partes, sobre todo en América Latina. Nuestro programa de ayuda de 2003-2004 no sólo se centro principalmente en el aumento de ayuda para America Latina sino también en la mejoración de la distribución de ésta.
Rercuérdese, he dicho que los asuntos internacionales son un coctél de valores e interés personal; teníamos interés en aquellos lazos pero también habían valores en ellos. Queríamos fortalecer el proceso democrático y ayudar al pueblo en satisfacer sus necesidades sociales.
Un elemento de suma importancia en aquel entonces era de alinear la política española de desarrollo y ayuda con la agenda internacional. Se logró esto a traves de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Con el apoyo de otros paises de la UE pensamos de poder cambiar algo.
El primer asunto fue de dejar claro el objetivo general: la lucha en contra a la pobreza. Eso no significaba que no podía haber colaboración entre los varios ministerios sino que nos hacía falta tener en cuenta esta idea de luchar en contra a la pobreza.
Cuando España entro en la UE en 1986 en Portugal hemos conseguido cambiar la opinión de la Unión Europea con respecto a esta parte del mundo. Desarrollamos un plan maestro que constaba de separar las prioridades en la región. Con la excepción de algunos países como Bolivia o Haití, se suele olvidar de América Latina en cuanto a la agenda internacional. La mayoría de los países latinoamericanos son de clase media o son en vía de desarrollo. Las agencias de ayuda suelen analizar los indicadores macro económicos, entonces no han visto las disparidades que hayan podido crearse dentro de América Latina en sí misma. Los elementos claves de nuestro éxito son mejorar poco a poco e incluir nuestras medidas de acción entre las de la agenda internacional.
JI : ¿Ha mencionado que España quería mejorar la distribución de la ayuda?
RS : Es cierto. Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio pretendía eradicar el analfabetismo. Al observar las estadísticas de América Latina, 95% de los niños eran matriculados en el colegio. Por lo tanto, se pensaba que no hacía falta mejorar la educación en ésta región. Sin embargo, sosteníamos que ésta estrategia era demasiado general. Al examinar la calidad de la educación, uno se da cuenta de que muchas niñas abandonaban los estudios. También el material didáctico era de calidad tan baja que ponía en peligro el futuro de la educación en estos países.
Hemos conseguido dar importancia a la educación en el ámbito internacional; definimos los países de prioridad e introducimos una estrategia regional. Esto significa que hemos trabajado juntos, en coordinación con los países latinoamericanos. He trabajado personalmente con las comunidades indígenas y con el Mercosur.
JI : ¿Cómo has incluido a los países latinoamericanos y sus populaciones en tales programas?
RS : Teníamos tres objetivos. Queríamos ayudar estos países en satisfacer sus necesidades sociales, es decir de educación, de instalaciones de agua sanitarias, etc. A la misma vez queríamos ayudarles también en el desarrollo económico y de sus capacidades institucionales con la creación de buenas estructuras públicas, el fortalecimiento de la ley, la reforma de administraciones, del sistema judicial, y de impuestos.
En aquel entonces, esta estrategia era innovadora. También desarrollamos programas horizontales e intentamos convencer a nuestros socios de que la unificación les fortalecería.
JI : ¿Y de los pueblos indígenas? ¿Se les han incluido en estos debates?
RS : Durante mi participación en la agencia he trabajado en un programa horizontal que se llamaba El Programa para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas: un programa mundial, no solo centrado en América Latina. Era muy importante desarrollar una estrategia específica para tratar con los pueblos indígenas Hablo en forma plural porque si hablemos solo de los individuales, no se reconocen la existencia de derechos colectivos y queremos reconocer estos derechos.
Por entonces, había una confrontación interesante en el ámbito académico y las agencias de ayuda que trataba aclarar la cuestión de derechos colectivos para los pueblos indígenas. En España, opinamos que los tenían y que el reconocimiento de ellos era esencial. Reconocemos el vínculo entre la identidad y el desarrollo y pensamos que el derecho de los pueblos indígenas de ejercer el control sobre sus modos de vida y la participación en la toma de decisiones que les afectan es primordial. Eso fue una tarea desafiante para mí al principio porque no pensaba en los pueblos indígenas como una comunidad. Sin embargo, me equivoqué. Los conceptos como el desarrollo sostenible están definidos principalmente por los pueblos indígenas, por lo tanto resulta esencial que se les dejamos hablar y ayudarnos en mejorar esta planeta.
Por eso elaboramos estrategias para fortalecerles, introducir la educación intercultural y bilingue, medidas de sanidad etc. No obstante, trabajar con ellos ha hecho cambiar mi perspectiva. Nosotros, la gente occidental, tenemos una percepción del progreso que los pueblos indígenas no comparten. Nuestro concepto de progreso es que siga siempre una linea recta. Queríamos hacer la misma cosa: ayudarles, hacer que se sienten integrados, ayudarles a producir más y enriquecerse. Un día me contestaron, “nuestro entendimiento de la vida es circular; queremos vivir como lo han hecho nuestros antepasados”. Cuando Evo Morales declaró que no quería vivir mejor sino vivir bien, fue una perspectiva interesante pero muy desafiante.
RS : Es cierto. Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio pretendía eradicar el analfabetismo. Al observar las estadísticas de América Latina, 95% de los niños eran matriculados en el colegio. Por lo tanto, se pensaba que no hacía falta mejorar la educación en ésta región. Sin embargo, sosteníamos que ésta estrategia era demasiado general. Al examinar la calidad de la educación, uno se da cuenta de que muchas niñas abandonaban los estudios. También el material didáctico era de calidad tan baja que ponía en peligro el futuro de la educación en estos países.
Hemos conseguido dar importancia a la educación en el ámbito internacional; definimos los países de prioridad e introducimos una estrategia regional. Esto significa que hemos trabajado juntos, en coordinación con los países latinoamericanos. He trabajado personalmente con las comunidades indígenas y con el Mercosur.
JI : ¿Cómo has incluido a los países latinoamericanos y sus populaciones en tales programas?
RS : Teníamos tres objetivos. Queríamos ayudar estos países en satisfacer sus necesidades sociales, es decir de educación, de instalaciones de agua sanitarias, etc. A la misma vez queríamos ayudarles también en el desarrollo económico y de sus capacidades institucionales con la creación de buenas estructuras públicas, el fortalecimiento de la ley, la reforma de administraciones, del sistema judicial, y de impuestos.
En aquel entonces, esta estrategia era innovadora. También desarrollamos programas horizontales e intentamos convencer a nuestros socios de que la unificación les fortalecería.
JI : ¿Y de los pueblos indígenas? ¿Se les han incluido en estos debates?
RS : Durante mi participación en la agencia he trabajado en un programa horizontal que se llamaba El Programa para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas: un programa mundial, no solo centrado en América Latina. Era muy importante desarrollar una estrategia específica para tratar con los pueblos indígenas Hablo en forma plural porque si hablemos solo de los individuales, no se reconocen la existencia de derechos colectivos y queremos reconocer estos derechos.
Por entonces, había una confrontación interesante en el ámbito académico y las agencias de ayuda que trataba aclarar la cuestión de derechos colectivos para los pueblos indígenas. En España, opinamos que los tenían y que el reconocimiento de ellos era esencial. Reconocemos el vínculo entre la identidad y el desarrollo y pensamos que el derecho de los pueblos indígenas de ejercer el control sobre sus modos de vida y la participación en la toma de decisiones que les afectan es primordial. Eso fue una tarea desafiante para mí al principio porque no pensaba en los pueblos indígenas como una comunidad. Sin embargo, me equivoqué. Los conceptos como el desarrollo sostenible están definidos principalmente por los pueblos indígenas, por lo tanto resulta esencial que se les dejamos hablar y ayudarnos en mejorar esta planeta.
Por eso elaboramos estrategias para fortalecerles, introducir la educación intercultural y bilingue, medidas de sanidad etc. No obstante, trabajar con ellos ha hecho cambiar mi perspectiva. Nosotros, la gente occidental, tenemos una percepción del progreso que los pueblos indígenas no comparten. Nuestro concepto de progreso es que siga siempre una linea recta. Queríamos hacer la misma cosa: ayudarles, hacer que se sienten integrados, ayudarles a producir más y enriquecerse. Un día me contestaron, “nuestro entendimiento de la vida es circular; queremos vivir como lo han hecho nuestros antepasados”. Cuando Evo Morales declaró que no quería vivir mejor sino vivir bien, fue una perspectiva interesante pero muy desafiante.
JI : ¿Con el éxito que tiene hoy en día América Latina, todavía se necesita ayuda y desarrollo en la región?
RS : Pensamos que sí. Aún hay una gran parte de gente en el umbral de la pobreza. Tenemos que abordar el sujeto de las desigualdades en este proceso. La política de ayuda es la única política que se basa en su propia cancelación de este tipo de trabajo. Sin embargo, nuestra relación tiene que pasar de una de donante-receptor a una de socios.
Creo que tenemos que reconocer la importancia en cuanto a América Latina. La situación ha cambiado enormemente en nuestros países (sobre todo en España) y estamos viviendo una situación compleja. Aún así, a pesar de haber tenido que reducir la ayuda para América Latina (del 0.5% de ayuda pública para el desarrollo, al 0.22%. Nota del editor), nunca pensamos en parar con la ayuda. Hemos reafirmado la prioridad de algunos sectores y países y en particular trabajamos con los países más desarrollados para continuar en ayudar con el fortalecimiento de las administraciones, la transferencia de tecnologías, el comercio exterior y para ayudarles en elaborar sus propios mecanismos de cooperación. Por ejemplo, trabajamos con México para ayudar Guatemala, a eso le llamamos la cooperación triangular.
JI : ¿En cuanto a la cooperación, España ha resuelto el problema con Argentina con respecto a la empresa petrolífera Repsol ?
RS : El nivel de dificultades entre dos países es un indicio de la profundidad y la importancia de las relaciones con un país. Para España, Argentina es un país muy importante. Casi medio millón de argentinos tienen un pasaporte español ; culturalmente, somos muy parecidos y muchas empresas españolas se han instalado en Argentina. Que hayan problemas es normal ; el papel del diplomático es resolver estos problemas. De tal modo que el doctor cura, el diplomático trabaja para mejorar las relaciones entre dos países. El problema con Repsol fue importante pero hemos llegado a un acuerdo y anhelamos volver a tener las mismas relaciones laborales que siempre hemos tenido con Argentina.
JI : ¿Cuál es el futuro de la ayuda para el desarrollo en general ? ¿En el futuro será bilateral o multilateral ?
RS : No se trata de excluir una a favor de otra. En el caso de España, proporcionamos mucha ayuda bilateral (nota del editor : de un país a otro) y muy poca ayuda multilateral (nota del editor : ayuda que pasa por una organización internacional). La situación ha cambiado desde el 2005. Hemos reconocido la importancia de la colaboración con las estrategias de desarrollo internacional y de integrar nuestras estrategias a ellas. Lo que es importante no es elegir una forma u otra sino de mantener la ayuda para el desarrollo. La mayoría de los países han tenido que disminuir el nivel de ayuda pero es una concesión de valor que se ha debido hacer para poder seguir ayudando estos países y mejorar la ayuda internacional en un ámbito de comercio internacional.
RS : Pensamos que sí. Aún hay una gran parte de gente en el umbral de la pobreza. Tenemos que abordar el sujeto de las desigualdades en este proceso. La política de ayuda es la única política que se basa en su propia cancelación de este tipo de trabajo. Sin embargo, nuestra relación tiene que pasar de una de donante-receptor a una de socios.
Creo que tenemos que reconocer la importancia en cuanto a América Latina. La situación ha cambiado enormemente en nuestros países (sobre todo en España) y estamos viviendo una situación compleja. Aún así, a pesar de haber tenido que reducir la ayuda para América Latina (del 0.5% de ayuda pública para el desarrollo, al 0.22%. Nota del editor), nunca pensamos en parar con la ayuda. Hemos reafirmado la prioridad de algunos sectores y países y en particular trabajamos con los países más desarrollados para continuar en ayudar con el fortalecimiento de las administraciones, la transferencia de tecnologías, el comercio exterior y para ayudarles en elaborar sus propios mecanismos de cooperación. Por ejemplo, trabajamos con México para ayudar Guatemala, a eso le llamamos la cooperación triangular.
JI : ¿En cuanto a la cooperación, España ha resuelto el problema con Argentina con respecto a la empresa petrolífera Repsol ?
RS : El nivel de dificultades entre dos países es un indicio de la profundidad y la importancia de las relaciones con un país. Para España, Argentina es un país muy importante. Casi medio millón de argentinos tienen un pasaporte español ; culturalmente, somos muy parecidos y muchas empresas españolas se han instalado en Argentina. Que hayan problemas es normal ; el papel del diplomático es resolver estos problemas. De tal modo que el doctor cura, el diplomático trabaja para mejorar las relaciones entre dos países. El problema con Repsol fue importante pero hemos llegado a un acuerdo y anhelamos volver a tener las mismas relaciones laborales que siempre hemos tenido con Argentina.
JI : ¿Cuál es el futuro de la ayuda para el desarrollo en general ? ¿En el futuro será bilateral o multilateral ?
RS : No se trata de excluir una a favor de otra. En el caso de España, proporcionamos mucha ayuda bilateral (nota del editor : de un país a otro) y muy poca ayuda multilateral (nota del editor : ayuda que pasa por una organización internacional). La situación ha cambiado desde el 2005. Hemos reconocido la importancia de la colaboración con las estrategias de desarrollo internacional y de integrar nuestras estrategias a ellas. Lo que es importante no es elegir una forma u otra sino de mantener la ayuda para el desarrollo. La mayoría de los países han tenido que disminuir el nivel de ayuda pero es una concesión de valor que se ha debido hacer para poder seguir ayudando estos países y mejorar la ayuda internacional en un ámbito de comercio internacional.